Como lo mejor es enemigo de lo bueno, los grupos que apoyan al gobierno adoptaron -en claro plan maximalista- la decisión de que había que conseguir con la reforma laboral sus objetivos como grupos políticos para su propia clientela. Tenían que sobrepasar el acuerdo entre UGT y CCOO y CEOE y CEPYME. Era una apuesta política arriesgada, y -aunque legítima- era todo un desafío, porque implicaba romper el acuerdo tan duramente negociado. El gobierno tenía otro objetivo. Darle al Congreso el papel de ratificación del acuerdo logrado entre los agentes sociales. y dejar impoluto -hasta la última coma- el consenso entre las partes. Las dos posturas tienen pros y contras. El Congreso tiene la exclusividad de la labor legislativa, con el Senado. Por contra, la concertación social se basa en la búsqueda de un difícil equilibrio entre opciones diferenciadas, pero con el compromiso histórico de dar cumplimiento a una demanda social largamente esperada: Lograr una reforma laboral consensuada.
El enredo ha tenido mucho recorrido.Los sucesivos gritos de victoria y fracaso de los distintos grupos parlamentarios que algunos los han comparado con lo narrado con meticulosidad en la obra de Javier Cercas -mutatis mutandis, porque no era el golpe de Estado de Tejero- “Anatomía de un instante”.
El guirigay político, absolutamente desmesurado, tendrá poco recorrido: Hasta la celebración de las elecciones de Castilla y León. El diputado erró y la rectificación abriría la puerta a la imposibilidad de mantener el sistema del voto telemático. Había votado y confirmado el voto. El recorrido jurídico será más largo -los tiempos de la justicia- pero no es de esperar pronunciamientos contrarios por la cantidad de equivocaciones del diputado Casero, nada atento a sus obligaciones.
El PP tenía la oportunidad de rectificar una norma que sacó sólo con sus votos en 2012 y los de izquierda y nacionalistas podían plantear sus demandas en normas laborales sucesivas. Nada de esto pasó y entre los dos navarros que desoyeron a su partido -no existe mandato imperativo - crearon una conspiración con el PP y Vox para hacer una oportuna tumba al gobierno. El bloque de apoyo al gobierno quedó estupefacto y Casero salvó la segura debacle.
La racionalidad práctica quedó para nunca jamás. Ya saben que el filósofo Popper defiende que es preferible luchar por lo mejor posible que por lo óptimo imposible.