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Navalcardo

El Arrabalejo

Abrí los ojos a la vida en el Paseo de la Estación. Me crié yendo y viniendo por el Gran Eje porque siempre he vivido junto entre el Hospital y la...

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  • El Arrabalejo. -

Abrí los ojos a la vida en el Paseo de la Estación. Me crié yendo y viniendo por el Gran Eje porque siempre he vivido junto entre el Hospital y la Universidad Popular. Estudié la carrera subiendo y bajando por el Polígono del Valle. Febrero me trae el recuerdo de mi llegada al barrio del Arrabalejo donde mi vida profesional se desarrolla desde hace más de una década.

Este barrio tiene un sonido propio, que es el del agua permanente que emana de las entrañas de sus calles y surte el Pilar que da una identidad propia a este jaenero rincón, donde se perpetúa el recuerdo de aquel Jaén que en otro tiempo fue amurallado. Todavía acuden muchas familias a él con garrafas bajando por las callejuelas del viejo Jaén para abastecerse. Y a partir de junio se convierte en parada obligada para calmar la sed cuando el termómetro se dispara y la ausencia de árboles en algunas aceras de Millán de Priego hace que el calor apriete y el asfalto nos achicharre.

En la primavera que ahora llega, resplandecen los naranjos de Millán de Priego y el barrio se perfuma con un olor que siempre agrada mientras nuestros mayores forman tertulias en la plazoleta de Núñez de Balboa, muchos de ellos hortelanos, viendo de reojo por la cuesta de la calle Puerta del Sol ese Jaén infinito que se pierde a lo lejos entre olivos, mientras, en esa misma calle la asociación de vecinos sigue combatiendo por darle vida y servicios a sus vecinos en su local.

Al frente de ella, su presidente, Juan Martínez Conde. Empresario y emprendedor ahora, impulsando un nuevo negocio. Él me ha enseñado y concienciado lo que significa realmente ser de barrio. Encontrar a pocos metros lo necesario en mi día a día sin tener que recurrir a buscarlo fuera, para que el dinero que se genera en el barrio se quedé en él y evitar que las persianas de los comercios permanezcan cerradas, con candados y un cartel de venta o alquiler, provocando que se agigante ese Jaén vaciado en lo comercial.

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