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Navalcardo

El faenón de Curro Díaz

Algo mágico tiene el toreo, que sacude el alma de quien lo presencia. Y más aún de quien lo ejecuta.

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  • Curro Díaz. -

Algo mágico tiene el toreo, que sacude el alma de quien lo presencia. Y más aún de quien lo ejecuta. Víctor Jara perpetuó en la letra de “Te recuerdo Amanda” que la vida es eterna en cinco minutos.

Con una muleta en la izquierda, verdaderamente la vida se eterniza mientras la bravura en su embestida pasa por delante cuando se torea al natural. Y en apenas cinco minutos, toreando, podemos perder la noción del tiempo. Lo que dura un pasodoble.

Torear es mucho más que un simple verbo. Y hay quien lo conjuga en su tiempo más artístico. Cuando el toreo brota como lo hizo el pasado 15 de octubre aquí en Jaén, la tauromaquia reafirma todo lo que la hace especial ante los sentidos de quien es capaz de entenderla simplemente porque emociona.

No es una exageración afirmar que aquel domingo 15 de octubre crujieron los cimientos del sexagenario edificio de La Alameda que bulle por San Lucas al compás del toreo. Lo hizo rompiéndose en los olés desgarrados que brotaban, muletazo a muletazo, en las manos de Curro Díaz que tuvo en “Tomillo-23” del Parralejo a un toro colmado de virtudes para hacer el toreo eterno. Y lo logró.

Una faena escrita con letras de oro en la historia de la tauromaquia de esta ciudad obra de un artista de Linares que en su undécimo paseíllo matador de toros en Jaén firmó una faena ya inolvidable para quienes la vivieron, recordada desde entonces y referencia para quienes sueñan ser toreros. 

Paradójicamente, su nombre no figuraba en el cartel de la última feria de San Lucas y cosas del toreo, ha acabado siendo el gran triunfador de este año.

El pasado viernes 1 de diciembre el Círculo Cultural Taurino de Jaén le hacía entrega del XVI Trofeo “Antonio Luis Gómez” a la mejor faena de San Lucas. El galardón que por su largo recorrido se ha convertido en el más longevo de la historia taurina de Jaén y el de mayor prestigio precisamente por ese mismo motivo. Pero también por la solemnidad que envuelve el acto de entrega, teniendo por marco el bellísimo escenario que supone la antigua capilla del Hospital de San Juan de Dios.

Allí más de cien personas se congregaron para rendir tributo a este torero que es paisano nuestro. Y también, para darle la categoría que se merece a la tauromaquia jiennense. Fue una lástima que muchas de esas autoridades políticas y personalidades de la sociedad jiennense que ocupan burladeros de privilegio en el callejón de la plaza de toros cuando llega el momento se perdieran una cita como esta. En la que el toreo nos demuestra por qué aquel domingo más de ocho mil almas se congregaron en los tendidos de la plaza de toros Jaén, siendo el acto o evento que mayor afluencia de público ha tenido en esta ciudad en los últimos meses a excepción del partido de la Sub 21 en La Victoria.

Y una oportunidad perdida, para demostrar con hechos ciertos, que si ahora la ciudad de Jaén se ha integrado en la Red de Municipios Taurinos de Andalucía es porque noches como la del pasado viernes evidencian que a la tauromaquia jiennense se le da la importancia y la categoría que se merece. Sobre todo cuando hay toreros de esta tierra que sencillamente lo bordan con su toreo.

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