“Aquí hasta las semillas se secan, solo crecen las penas”, se lamenta La Parásito, personaje de ‘Solo queda caer’, el espectáculo áspero, poético, risueño, y de fondo desolador, que los intérpretes andaluces de ‘La Periférica compañía de cómicos’ han estrenado en el madrileño Teatro de La Abadía. La obra es una sátira ácida y humorística a los que mandan, pero sin piedad hacia quienes los sufren, porque ellos están obsesionados también con mandar, y llegados a un punto extremo no se rebelan, sino que aplauden servilmente o por miedo a Su Eminencia. La vida, si eso es vida, seguirá igual. “¿Y cómo será?”-“¿El qué?”-“Mandar”-“¿A ti te gustaría mandar como él?”. Los diálogos y la estética de la obra, más la permanente llamada a segundas lecturas, conecta con el teatro de la vanguardia europea y, algo, con la vanguardia española de los 60 y 70. Pero en ‘Solo queda caer’ hay un toque de tradición más que española españolísima, hábilmente reconducida a las tradiciones andaluzas, porque, en definitiva, “este país es como un pueblo grande”, que dice otro personaje. Hay una atmósfera kafkiana, sí, pero en el arranque de la función, sobre todo, se percibe como fondo la música teatral de Samuel Beckett. “¿Y si nos vamos?, pregunta La Parásito. “Aquí llevamos toda la vida”, responde Zurrapa. Como aquel: “-¿Nos vamos? –“No, no podemos”-“¿Por qué?”-“Esperamos a Godot”. Estas “desgracias humanas”, como indica el programa, esperan que las reciba Su Eminencia, que es una especie de Godot porcino. Pero los personajes de aquellas obras de vanguardia se movían por el drama, sin oxígeno, y estos se desenvuelven a través del humor, de la risa helada con la que el público sigue la función, pero en el subsuelo de la obra habita la aridez de la vida.
‘La Periférica’ tiene su sede en Morón de la Frontera, en la Andalucía “de los pregones y de las exaltaciones”, los personajes van ataviados, una de faralaes, otro de penitente, y la tercera con un traje de luces, torerísima, y ahí van, entre el absurdo y la angustia, a través del sólido, ocurrente y extraordinario texto de Raúl Cortés, con frases brillantísimas, con excelente carpintería teatral, que conduce hacia una creciente tensión cuando la obra se convierte en teatro dentro del teatro, y refleja sin piedad, con crueldad y con dulzura, la miseria y la grandeza de la profesión de artista. Cristina Mateos, Pablo Rodríguez y Sara Velasco protagonizan la obra. Cómicos. Son buenísimos. Vienen de Andalucía. No hay que dejarlos caer.