La fiesta de los toros ensogaos de Beas de Segura (Jaén) es una tradición ancestral con más de cinco siglos de historia que cada año cuadruplica la población de este municipio señero del parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas.
Las Fiestas de San Marcos, que está declarada como fiesta de Interés Turístico en Andalucía aunque aspira a tener este distintivo de carácter nacional, mantiene ritos ancestrales en la que conviven los convencionales festejos de toros de cuerda que tienen lugar en el conjunto de España, con una tradición basada en la participación de reses bravas domadas en el festejo.
Cada año, cuando llega San Marcos (los días 23, 24 y 25 de abril) este pueblo de algo más de 5.000 habitantes se convierte en un auténtico coso taurino, con la llegada de hasta 145 reses bravas, el equivalente a 24 corridas de toros.
Otro elemento diferenciador de este festejo tiene que ver con la forma en la que se sueltan las reses, atadas por los cuernos con una sola soga de unos 25 metros.
Las reses van adornadas con collares de cascabeles y campanillas que avisan de su llegada y aparejos y frontiles con telas y bordados de vivos colores (la soga se utiliza únicamente controlar las embestidas y evitar posibles cogidas).
Pero si hay algo que hace realmente único a este festejo taurino es que una parte de las reses utilizadas son reses bravas cruzadas que los vecinos crían expresamente para las Fiestas de San Marcos, que están exentas del sacrificio obligatorio que exige la legislación vigente y son devueltas al campo a la espera de ser corridas en años posteriores.
De esta manera, se preserva el rasgo más distintivo y ancestral de estos festejos: la crianza y doma de ganado bovino cruzado para el laboreo de los campos y que luego era utilizado en la fiesta de San Marcos.
Según la tradición oral, su origen está asociado a la presencia en Beas de Santa Teresa de Jesús en 1575 para realizar la primera fundación carmelitana de Andalucía —el Convento de San José de El Salvador— que los vecinos celebraron corriendo en su honor varias reses vacunas ensogadas.
En el pórtico de las fiestas, los gañanes (hombres que domaban el ganado vacuno con el que araban los campos) uncían a sus animales con el ubio (yugo) formando parejas (yuntas), se colocaban delante de ellos y, usando la voz y una larga vara para dirigirlos, recorrían a pie los caminos hasta el pueblo.
En la Plaza de la Iglesia, los Portalillos o el Paseo las yuntas eran desuncidas, quedando las reses atadas por los cuernos con una soga de unos veinte metros que servía a la cuadrilla para guiar las carreras y evitar posibles cogidas.
A partir de ese momento las carreras se suceden, corriendo unas reses mientras otras descansan en sus cuadras y cuando la tarde va cayendo y la fiesta toca a su fin, los gañanes, con habilidad y parsimonia, quitan a sus animales los collares, aparejos y frontiles, y tiran de ellos y los guían para regresar a sus cortijos.
Tras la crisis vivida con el nuevo reglamento taurino en los años noventa, que obligaba a sacrificar todas las reses, la tradición se reactivó con fuerza y actualmente hay registradas en la Oficina Comarcal Agraria entre 60 y 70 reses bovinas pertenecientes a medio centenar de criadores.
Andalucía
San Marcos de Beas de Segura, el toro de cuerda con ritos remotos
Cada año, cuando llega San Marcos (los días 23, 24 y 25 de abril) este pueblo de algo más de 5.000 habitantes se convierte en un auténtico coso taurino
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