Nunca he volado en Ryanair. Para según qué cosas suelo aplicar el sabio consejo de que “lo barato sale caro”, pero hay que reconocerle a su fundador cierta dosis de audacia -¿o tal vez fue osadía?- a la hora de dar un puñetazo en el tablero con su política de reducción de costes e imponerse como aerolínea de referencia dentro de la gama “low cost”, así como contribuir a uno de los factores más determinantes dentro de eso que se ha dado en llamar la “democratización del turismo”.
Su trayectoria, por lo demás, está salpicada de denuncias, escándalos y quejas -de 2013 a 2019 fue calificada por los pasajeros como la peor aerolínea de Europa-, al tiempo que ha sabido alimentar su marca de la mano de los excesos verbales de un director ejecutivo, Michael O´Leary, con habilidad para convertirlos en una fuente constante de publicidad gratuita.
Eso nos lleva a su anuncio de esta semana: la decisión de abandonar los aeropuertos regionales de nuestro país, entre ellos el de Jerez, a causa de las abusivas tasas aeroportuarias que les impone Aena. Porque mientras unos y otros -incluidos gobiernos, partidos políticos, sector turístico...- siguen envueltos en culpar y exculparse de la decisión de la compañía irlandesa, el nombre de Ryanair no para de copar titulares y búsquedas en Google, o lo que es lo mismo, de dar flujo a una incesante publicidad gratuita, y ya sabemos que O´Leary es de la máxima de que da igual que hablen bien o mal de ti, lo importante es que hablen de ti. Sumen a ese objetivo el de la presión ejercida para que el Ministerio de Transportes acceda a sus pretensiones, y habrá logrado completar el círculo.
Su decisión o, digámoslo de otro modo tal vez más exacto, su estrategia, puesto que parece dispuesto a pensársela si Aena cede a sus exigencias, se ha convertido, de partida, en una pésima noticia para el aeropuerto de Jerez, para Jerez y para la provincia. Las tres rutas que opera desde La Parra reportaron 164.000 viajeros el pasado año; una cifra que ha contribuido a que el aeródromo jerezano repuntara en 2024 de cara a acercarse al objetivo de recuperar los números de pasajeros previos a la pandemia -quedan 170.000 más para lograrlo-.
Una pésima noticia también después del excelente trabajo realizado por Junta, Diputación de Cádiz y Ayuntamiento de Jerez para abrir seis nuevas rutas este mismo año desde Jerez, entre ellas tres al mercado británico, desde el que se sumarán otras dos más hasta 2027 con el objetivo de alcanzar en dicha fecha las 45.000 plazas. En este sentido, que el consistorio jerezano no haya ocultado hasta ahora sus recelos con respecto a Aena, al que ha acusado de priorizar los aeródromos de Sevilla y Málaga frente al de Jerez, ha facilitado que el dedo acusador vaya en la misma dirección que el de Ryanair: en la del gestor aeroportuario.
Y aún así, a la luz de los datos, cabe preguntarse si en este caso concreto es Aena quien lleva razón. Admitamos incluso la crítica de Ryanair: “La falta de un plan detrás del continuo declive de los aeropuertos regionales de España”. Y apoyemos la reivindicación del Clúster #DestinoJerez: “Hay que establecer medidas que favorezcan la competitividad de destinos como el de Jerez”. Pero los datos actuales exigen que el VAR revise si las acusaciones de Ryanair están en fuera de juego, al menos en el caso de Jerez, un aeropuerto en el que se pagan unas tasas un 20% más baratas que en Sevilla y un 30% más baratas que en Málaga, y que se ha acogido al incentivo del 50% de reducción de la tasa de pasajeros, y desde octubre pasado al de un 70% para viajeros adicionales con respecto a 2023, lo que puede dejarla por debajo de los 2 euros por pasajero. ¿Cabe o no preguntarse si Ryanair va de farol?
En cualquier caso, con Ryanair o sin Ryanair, el aeropuerto de Jerez lo que exige es la suma total de esfuerzos, en especial para tener más conexiones con el extranjero, que es donde se encuentra la clave de la desestacionalización, de su crecimiento y el de una provincia en la que manda el turista nacional, es decir, el que no necesita avión para venir y disfrutar de un destino que lo tiene todo.
