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Sevilla

De Palmas, Ramos e incertidumbre

Las hermandades vencen a la lluvia no sin tensión e incertidumbre a ciertas horas de la tarde

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  • Paso de misterio de la Hermandad de la Estrella -

El Domingo de Ramos ha completado un guion heroico. Del miedo al éxtasis y al júbilo, pasando por la tensión. Un guion que ni el más optimista se habría atrevido a firmar al amanecer, cuando las previsiones meteorológicas auguraban una jornada incierta. Pero Sevilla, tal y como ya ocurrió en el Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión, retó a las nubes y venció.

Desde primera hora, el sol se entremezclaba con las nubes, bajo la amenaza constante de un parte meteorológico poco halagüeño. La Paz fue la primera en abrir las puertas de San Sebastián con algo de retraso, apenas diez minutos, lo que añadió ya un primer matiz de tensión. Lo mismo ocurrió con la Hiniesta en San Julián. Ambas cofradías, con sus pasos impecables, tomaron la decisión de echarse a la calle a pesar del riesgo, confiando en que la meteorología diera una tregua. Y acertaron.

A ellas les siguió Jesús Despojado, marcando un inicio prometedor para la jornada. No fue así con la Hermandad del Amor, que optó por una decisión excepcional: unificar el cortejo con el paso de la Borriquita para la vuelta por la noche. Una estampa que no se cumplía desde 2016 y que dejó la imagen de cerca de 3.000 nazarenos avanzando juntos bajo la noche sevillana.

Sin embargo, el día no fue fácil. La jornada se torció justo cuando se inauguró la Campana. El intento de Jesús Despojado de adelantar su entrada quince minutos para ganar tiempo no logró evitar lo inevitable: los retrasos se acumularon desde ese momento. A ello se sumó una serie de imprevistos que complicaron aún más el discurrir de las hermandades.

Incidentes llamativos

Uno de los incidentes más llamativos fue la presencia de una rama no podada en la Plaza del Duque, que tuvo que ser retirada por los bomberos para permitir el paso del resto de las hermandades, pues el Cristo de la Buena Muerte de la Hiniesta tuvo que sortearlo de la manera que pudo. 

La Hiniesta sufrió también algunos contratiempos: la rotura de una piña en el paso de misterio y una leve avería en el candelabro de cola del palio de la Virgen. Aun así, sus hermanos respondieron con rapidez y eficacia. También San Roque tuvo que actuar con premura cuando el brazo derecho del Señor necesitó ser reajustado en pleno recorrido, a la altura de Santa Catalina.

A medida que avanzaba la tarde, el cielo comenzó a dar señales de inquietud. En torno a las 19:00, un leve chispeo sorprendió a la Amargura, San Roque, la Estrella y la Cena. No pasó de ahí, pero bastó para provocar momentos de nerviosismo entre el público. Las hermandades, sin embargo, sabían bien a lo que se enfrentaban. Nadie estaba dispuesto a rendirse tras el amargo recuerdo del año anterior, cuando la jornada quedó truncada por la lluvia.

Lo mismo ocurrió a las 22:00 cuando la Hermandad de la Estrella llegaba a la Campana cuando sí que sorprendió un chaparrón al misterio de la cofradía trianera. Un chaparrón que duró más de media hora y que dejó chubascos insistentes que hicieron temblar los planes en la cabeza de algunas cofradías; nunca mejor dicho a aguantar el chaparrón y a seguir. Con cierta celeridad avanzaron algunas cofradías por intentar llegar a la Catedral como fue el caso de la Amargura, pero todo quedó en un susto.

Y así, pese a todo, Sevilla firmó un Domingo de Ramos memorable. Las ocho cofradías hicieron estación de penitencia, desafiando las previsiones y demostrando una capacidad de adaptación y organización digna de elogio. A medida que caía la noche, la ciudad se relajó sabiendo que también lo hacía la amenaza de la lluvia y dejó para el recuerdo una noche de Domingo de Ramos deliciosa, aunque con cierto retraso.

Quien no estrena...

Jesús de la Victoria lució espléndido con túnica y mantolín bordados, coronado de espinas. Gracia y Esperanza de San Roque y la Virgen de la Hiniesta se mostraban ataviadas como hace mucho tiempo que no lo estaban en la tarde de un Domingo de Ramos, luciendo un porte imponente, brillando como pocas veces.

La música también alcanzó cotas sobresalientes. La Agrupación Musical de la Encarnación sorprendió por su fuerza y precisión, mientras que la Banda de Virgen de los Reyes y la de Santa María Magdalena de Arahal volvieron a demostrar por qué son referentes. Especialmente emotivo fue el estreno de la Banda de Cornetas y Tambores del Nazareno de Huelva tras el Señor de San Roque y de Rosario de Cádiz tras el Cristo de las Penas de la Estrella, que ofrecieron una actuación a la altura del estreno. También destacó la Banda de la Puebla del Río tras el palio de la Virgen de la Paz, aportando elegancia y nuevas composiciones.

Más allá de los incidentes y del cielo amenazante, lo que queda en la memoria es una ciudad entera que, un año más, volvió a soñar con los ojos abiertos. Un Domingo de Ramos que empezó con incertidumbre y acabó grabado en la historia reciente de la Semana Santa. Una jornada que demuestra que, cuando Sevilla se entrega a sus cofradías, ni la lluvia tiene poder suficiente para apagar su luz.

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