El Miércoles Santo ha sido
el primer día que se ha podido vivir con normalidad de toda la Semana Santa de 2025. Y eso, en esta Semana Santa, no es poca cosa. Tras la salida truncada de la Borriquita el Domingo de Ramos —fusionada con El Amor por la noche— y un Lunes y Martes Santo marcados por la alegría y la lluvia a partes iguales, la jornada del miércoles devolvió por fin a Sevilla el sabor de una Semana Santa plena. No perfecta, pero sí completa.
Desde primera hora, el ambiente era distinto. El cielo, aunque con alguna que otra nube retadora,
no mostraba la amenaza constante de jornadas anteriores. Las hermandades tomaron la decisión de salir, y el parte meteorológico, por fin, no fue el enemigo. Todas las cofradías de este Miércoles Santo realizaron estación de penitencia, una sensación que a pesar de producirse en 2023, se recuerda lejana en una jornada que a menudo se ha visto afectada por el mal tiempo. Sevilla respiró.
Pero que nadie se equivoque: la lluvia no desapareció del todo. Alrededor de las nueve de la noche,
unos chubascos leves —más anecdóticos que preocupantes— cayeron sobre varios puntos de la ciudad. No obligaron a refugios improvisados ni alteraron recorridos, pero sí sirvieron para recordar que aquí, en esta Semana Santa, nada está completamente garantizado. La amenaza no duerme durante la primavera en Sevilla, pero esta vez
no pasó de una sombra lejana.
De estrenos y despedidas
La jornada también quedará en el recuerdo por lo que se lució… y por lo que está a punto de dejarse de lucir. El paso de
misterio de la Hermandad del Buen Fin brilló por fin tras la lluvia del pasado año devolviendo a la cofradía a su esplendor habitual. En cambio, el palio de la Virgen del Carmen vivió
su última salida en su configuración actual. El próximo año estrenará un nuevo palio, obra de Manuel Solano, en tonos marrón y blanco, más acordes a la estética carmelitana. Una despedida dulce para dar paso a un futuro muy esperado.
También sonó, por fin,
‘Miradlo en la Cruz’, la marcha de David Hurtado interpretada tras Madre de Dios de la Palma. Una obra que el pasado año no pudo sonar por culpa del mal tiempo, y que este año se alzó con toda su fuerza a cargo de la Banda del Maestro Tejera. El Miércoles Santo de 2025 fue también un día de
cuentas pendientes saldadas.
Y entre los estrenos, uno de los más comentados fue
el manto de la Virgen de Consolación de la Hermandad de la Sed, bordado por Charo Bernardino. Una obra anhelada durante años, que por fin pudo llegar al barrio de Nervión para que su Virgen lo luciera bajo los focos de Sevilla. Brillante, soñado, emocionante. El comentario era unánime: valió la espera y de hecho se trata de uno de los mejores estrenos de la Semana Santa de Sevilla en este 2025.
Pero si hubo una cofradía que emocionó especialmente a Sevilla, esa fue
la Hermandad de los Panaderos. Marcada por las dificultades internas y actualmente dirigida por una Junta Gestora, la corporación ofreció una salida en la que ambos titulares lucieron como hace tiempo que no se veía en las calles. No hay mejor pegamento para las heridas que una noche de Miércoles Santo en la calle junto al Soberano Poder y la Virgen de Regla. Sevilla respondió con calor, y la cofradía, con temple. No es fácil salir adelante en medio de una etapa convulsa, pero lo cierto es que este Miércoles Santo puede haber marcado
un punto de inflexión para los Panaderos. La fe y el esfuerzo, de nuevo, hicieron milagros.
La prueba del Consejo: satisfactoria, pero no definitiva
Este año, el Consejo de Hermandades puso en práctica
una reorganización del día para los próximos tres años, un nuevo orden de paso para las hermandades del Miércoles Santo. El resultado fue,
en términos generales, positivo, aunque no exento de matices. La jornada acumuló
retrasos en determinados momentos, llegando a rondar la media hora de demora, una cifra asumible pero que deja claro que l
a fórmula aún necesita retoques.
Lo positivo: hubo
fluidez en tramos clave del recorrido oficial y cierta agilidad en las salidas de la Catedral. Lo mejorable: ajustar tiempos para
evitar esos pequeños colapsos que, aunque no críticos, restan brillo a un Miércoles Santo cada vez más compacto en Sevilla. La prueba no fue un éxito rotundo, pero sí una base firme para seguir construyendo.
Si la meteorología dio tregua, no lo hizo
el incivismo y el mal comportamiento de algunos sectores del público. Como viene ocurriendo desde hace unos años, determinadas zonas del centro de la ciudad —especialmente
la calle Orfila y la plaza del Duque— volvieron a llenarse de
personas con sillas, mochilas, neveras y víveres, apostadas durante horas, ocupando espacio y
dificultando la movilidad de quienes sí deseaban vivir la Semana Santa con respeto y buscando los pasos, tal y como se suele hacer en la ciudad de Sevilla. Un problema creciente que cada vez
genera más incomodidad y que exige reflexión colectiva.
Así, entre estrenos, emociones, alguna gota inoportuna y muchos momentos memorables, el Miércoles Santo de 2025 firmó una de las jornadas
más completas y luminosas de esta Semana Santa. No fue perfecta, pero
sí profundamente necesaria. Después de días marcados por la frustración, Sevilla pudo reencontrarse con su Semana Mayor el día antes en el que la ciudad va a vivir su día grande, el Jueves Santo que precede a la Madrugá Santo.
Y aunque la normalidad pueda parecer poco noticiable, en este contexto,
ha sido el mayor de los estrenos. Una normalidad que Sevilla ansiaba, necesitaba y, por fin, saboreó. Como si fuera la primera vez.