El tiempo en: Jaén

La Pasión

El momento en el que el Coliseo se rindió al Cachorro y sus ‘Amarguras’

El gran momento de la procesión del pasado sábado fue cuando el Cristo de la Expiración pasó por el Coliseo a los sones de la marcha de Font de Anta

Publicidad AiPublicidad Ai
Cargando el reproductor....

Por unas escasas horas, Roma y el entorno del Coliseo se convirtieron en una anchísima calle Castilla junto al Cristo de la Expiración el pasado sábado. Especialmente emocionante fue el apartado musical, en el que hubo guiños de todo tipo a las diferentes cofradías trianeras, así como grandes clásicos de nuestra música procesional.

Gámez Laserna, Morales, Farfán, Hurtado, Gándara, Beigbeder... una lista excelentemente escogida de nombres que han aportado mucho más que simples notas a la historia de la música procesional y que han sentado un precedente en la evolución de la misma. Sin embargo, de todas las marchas que se pudieron escuchar el pasado sábado tras el Cachorro, hubo una que encumbró al resto.

El momento de pasar por el Coliseo romano a la vuelta y que comience a sonar ‘Amarguras’ fue el gran momento de la jornada. Allí no estaba el Cachorro, allí estaba Sevilla y sus devociones, su Semana Santa, su sentir. El himno oficioso de la Semana Santa de Sevilla consiguió poner la guinda del pastel a un día absolutamente histórico para la ciudad de Sevilla. Por si fuera poco, para este momento eran ya muchas las personas que se habían apostado al lado del Cachorro, dejando las vallas a un lado, porque fue lo que hizo de las calles de Roma, el mejor reflejo de Sevilla.

La Gran Banda, formada por la Oliva de Salteras y la Puebla del Río, puso todo el corazón y sonó como si realmente fueran en su día a día una sola banda. Empastada, compacta y con una sonoridad que consiguió alcanzar las cotas de mayor excelencia tras el Cristo de la Expiración.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN