La herida abierta en el PSOE de Cádiz tras la celebración por primera vez en su historia el pasado mes de marzo, lejos de cicatrizar, escuece y supura. El secretario general, Juan Carlos Ruiz Boix, que se anotó una pírrica victoria en las urnas, ha tendido la mano al diálogo y la integración a la corriente alternativa antes de la consulta a los militantes, desde entonces y hasta el cónclave, y tras éste, pero, al mismo tiempo, no ha estado dispuesto a ceder ni un solo puesto de responsabilidad a los críticos. Y ello, pese a que la dirección provincial ha reclamado “coser el partido” con acuerdos que represente a ambas facciones.
De hecho, Juan Carlos Ruiz Boix y Javier Ruiz pactaron el relevo de Ana Carrera como portavoz del grupo socialista en la Diputación por Javier Pizarro, uno de los dos vicesecetarios de la nueva Ejecutiva, a cambio de que la portavocía correspondiera a uno de los representantes de quienes apostaban por la renovación.
Sin embargo, dos meses después del Congreso y sin que este puesto haya sido cubierto, el también alcalde de San Roque se ha descolgado planteando para el mismo a Ana Jarillo, diputada provincial por Algeciras. El entorno de Ruiz Boix se apresuró en poner en circulación, ignorando el acuerdo, los nombres de Ángel González y Laura Álvarez, ambos afines igualmente al líder socialista, como aspirantes, pero el de El Puerto ha sido protagonista de un delicado episodio familiar, y la jerezana no termina de convencer.
Los diputados críticos no están por la labor de ceder. E incluso se plantean no estampar su firma para que se lleve a cabo el nombramiento de Jarillo, que solo cuenta con la mitad justa del grupo.
Además, el ascenso de Jarillo chirría porque, precisamente, el PSOE perdió un diputado provincial en ese partido judicial en las pasadas elecciones locales, mientras que en Cádiz se recuperó uno de los representantes.
