“A medida que la peste se propaga, algunos personajes muestran su lado más oscuro y egoísta, mientras que otros demuestran su lado más solidario y generoso. La novela explora la dualidad presente en cada ser humano y cómo la situación de crisis puede revelar tanto lo mejor como lo peor de las personas”. De La Peste, de Camus.
Emitimos constantemente basura pero no nos gusta mezclarnos con ella, menos que su olor perturbe nuestra serenidad olfativa. Cubos y bolsas de colores para que desde una renovada conciencia sostenible procedamos a separar, reciclar, aprovechar al máximo la materia orgánica en su vía crucis hacia el vertedero, donde toda la porquería se acumula para ser expandida por maquinaria y gaviotas y ratas como conejos disfrutan del nutritivo entorno. La imagen del vertedero es desagradable porque le pone foco a la parte más apestosa de la humanidad, tal y como sucede con el subsuelo bajo las ciudades donde las cloacas pestilentes hacen posible que la superficie sea habitable, limpia y transitable mientras el desecho orgánico que la humanidad arroja circula por conductos subterráneos, ocultos. Vertederos y cloacas son indispensables para la vida moderna, esa nuestra de gentes guapas y finas y bien perfumadas que caminan ajenos a la peste.
Pero la peste existe, Camus lo relató en su sensacional libro sobre el absurdo y el hecho de que el hombre, en realidad, no tiene el control de casi nada y a causa de ello lo elevada que es la fragilidad humana. Un ejemplo lo vemos estos días con esta clase política que nos ha tocado sufrir y a la que se le está yendo de las manos esto de airear las interioridades de las cloacas, donde todos, sin excepción, manejan situaciones porque para que la vida sobre la superficie transite tranquila y olorosa es, más de lo que creemos, necesario que haya latido y diversidad en la cloaca. Distinto es que emane alcantarillado hacia arriba el hedor y tomemos conciencia de que políticos, policías y, sobre todo, jueces actúen organizados y al margen de la Ley y que ésta se resuelva de manera desigual y a conveniencia. Porque para que el sistema funcione es vital creer que es justo, podemos sospechar que -tal vez- no lo sea, o al menos no todo lo que debería, pero si la conciencia colectiva concluye que existe un sistema organizativo interno al margen de la Ley con poder para derrumbar a personas o a empresas estaríamos en el abismo del caos. A PSOE y a PP se les ha ido de la mano en su afán por el poder y el todo vale, sinceramente, asquea. Es irrisorio ver a diario hasta qué punto cada cual señala al de enfrente como el gen satánico originario de la maldad cuando la genética de ambos, en modos y maneras, es tristemente similar.
El problema de la política, en todo caso, no parece que tenga solución, habría para ello que disolverlos a todos cual azucarillo en taza de té y hacerlos de nuevo casi como cuando Dios creó el Edén y como vio, sic, “que no estaba bien eso de que Adán estuviera solo le sacó una costilla mientras dormía y le hizo una ayuda a su medida a la que llamó mujer -Génesis 2: 15-24 RVC-”. Ay, Dios..., todo parece por revisar. Va a tener que tomarse en serio el ciudadano perfumado la idea de abstenerse de preocuparse de los asuntos políticos, no tienen arreglo, la deriva tiene clara tendencia a empeorar cual Ley aplicada de Murphy. Ver estos días los whatsapp de Ábalos, a Leire, los audios en el Supremo de Villarejo, a PP y a PSOE enfrascados a ver quién de los dos es más o mejor corrupto y, todo ello, en un show televisivo en directo anima a gente de bien a silenciar el ruido y o a ponerse Siete novias para siete hermanos o, mejor aún, repasar la lista de los cien libros indispensables de la literatura universal y tras comprobar que te faltan por leer un buen número de ellos ponerte a ello. No más.
Lo grave es que este ventilador de deshechos ni siquiera es un asunto estrictamente político, las cloacas son un sistema establecido en el que participa activamente, como en todo, el poder económico. Ese poder económico que quita y pone a presidentes del gobierno, que hunde o eleva a políticos, que arruina a empresarios, que manda al banquillo o incluso a la cárcel a quienes se les pone en medio y, para ello, requiere de policías, fiscales, jueces, periodistas, medios y pseudo medios que le hagan el juego y, por supuesto, dentro de los cooperadores necesarios los que ostenten poder político y los que opten por conseguirlo, que a su vez se benefician de poder derribar al enemigo. Es una trama tan antigua como la que había en la antigüedad en la corte para quitar de en medio a un Rey o al heredero molesto y conseguir el poder económico a través del poder real, intrigas, estrategias, mentiras, traiciones. El problema es que ahora el pueblo presencia el espectáculo deleznable y el de estos días parece se les ha ido de las manos, encendieron una mecha con la filtración cansina del asunto Leire y el fuego cruzado corre en todas las direcciones hasta que alguien lo corte, que no tardará porque la peste expandida degenera el sistema y eso a todos afecta por igual.
El apunte. A dos años de la celebración de elecciones municipales muchas son las encuestas que se están haciendo antes de verano para medir tanto el ecuador de la legislatura como, sobre todo, la tendencia de voto en la misma época en que se celebrarán, que es en primavera del 2027. El hecho de que algunas se publiquen y otras no, obviamente, tiene una explicación lógica y razonable relativa al resultado del algoritmo y los diafragmas de flujo en su variable esquemática retroalimentada, cuyo resultado en Cádiz capital, ejem, ha dado cara y se ha publicado un sondeo que otorga mayoría sólida a Bruno García con una valoración alta y una preferencia para que siga siendo alcalde que se aproxima al cincuenta por ciento. Lo cual afianza el modelo Juanma, perfil moderado de esos de toser sin hacer ruido, para adentro, y desde luego sin aspavientos chulescos que políticamente cotizan a la baja. Ni la buena gestión protege al chulo -o chula-.
El PSOE en Cádiz, mientras, sigue matando moscas a cañonazos. A la guerra interna de la provincia con extensiones tanto en Sevilla como en Madrid se ha sumado esta semana la pelea a navajazo limpio en Jerez ante el quiebro intentado por el becerrismo, que ya es un término con sello y veremos si con historia, para implantar gran agrupación en el próximo congreso local en beneficio de la candidatura de África Becerra y en perjuicio, en principio, de la de José Antonio Díaz, para lo cual Ruiz Boix mandó a Madrid a Javi Pizarro porque el asunto les hubiera venido mal de darse, que no se dará porque el regional ha mediado a favor de Boix. Al que se le acumulan frentes y en varios órdenes de la vida y no estaba por la labor de añadir a la lista el perder en los despachos el control de la que hubiera sido la agrupación más grande de la provincia si hubiese fructificado una demanda vieja que ahora a la parte contratante le viene mal.
El PSOE provincial nunca ha querido un PSOE de Jerez grande y unido, mejor pequeño y dividido. Como ahora. Por eso jamás ningún socialista jerezano ha tenido verdadero peso en la provincia. Como tampoco lo tiene ahora. Dicho esto, el momento de cambiar hacia gran agrupación no era antes del congreso porque a los críticos les venga bien, pero sí a posteriori porque eso no significa que los pedáneos pierdan autonomía, mantienen la suya y participan de la global. Se votará, en todo caso, el sábado día 14 para elegir secretario general y quién sabe si también candidato, todo frente a un PP jerezano y provincial a quien nunca antes se lo habían puesto tan fácil y que si pudiera votar votaría lo que hay.