Hallan dos perros ahogados vivos y atados a un bloque de hormigón en el río Barbate

Publicado: 19/06/2025
El hallazgo lo hizo un menor de trece años, que, alertado por la silueta en el agua, avisó de inmediato a su padre
El espanto irrumpió la tarde del miércoles en el paraje natural de las marismas de Barbate, cuando una familia que paseaba por el sendero junto al río, a la altura del Polígono Industrial El Olivar, descubrió una imagen tan cruel como desgarradora: el cuerpo sin vida de un perro flotando en la orilla, parcialmente sumergido en una zona poco profunda.

El hallazgo lo hizo un menor de trece años, que, alertado por la silueta en el agua, avisó de inmediato a su padre. A partir de ese momento, los acontecimientos se sucedieron con rapidez. La familia dio aviso a la Policía Local, que se presentó en la zona acompañada de efectivos del parque de bomberos.

Lo que debería haber sido una intervención protocolaria derivó en una situación que indignó a los presentes. Según relatan los testigos, uno de los bomberos, tras echar un vistazo al animal, supuestamente pronunció la frase: “Déjalo ahí, que se desintegrará. Que Dios lo tenga en su gloria”. La reacción, lejos de tranquilizar, desató la indignación de la familia y de varias personas que se encontraban en el lugar.

La dotación policial y los bomberos abandonaron el lugar sin actuar. Sin embargo, la consternación pudo más que la resignación. Varias personas, entre ellas el menor que había presenciado la escena, decidieron tomar cartas en el asunto. Tiraron de una cuerda visible entre las aguas turbias, y lo que emergió dejó helados a todos: no era un solo perro, sino dos. Dos pastores belgas malinois atados entre sí y, a su vez, anclados a un enorme bloque de hormigón.

Ambos animales estaban muertos. Se trataba de una hembra joven, de entre ocho meses y un año y medio, y un macho adulto de aproximadamente cuatro años. Uno de ellos presentaba heridas sangrantes en el cuello, posiblemente provocadas al intentar liberarse o como resultado de un intento deliberado de arrancarle el microchip.

La escena, propia de una película de terror, hizo que se volviera a llamar a la Policía Local, que esta vez sí procedió a realizar fotografías del lugar y de los cuerpos, con el fin de, según se presume, iniciar una investigación. También se avisó a un veterinario, que confirmó la brutalidad del acto: los perros habían sido arrojados al agua aún con vida, carecían de chip identificativo y, además, la hembra había parido recientemente.

A última hora de la tarde, un furgón fue enviado para trasladar los cuerpos a Jerez, donde serían incinerados. Pero el horror no quedó ahí. El vídeo de los cadáveres, que no vamos a compartir por la dureza de sus imágenes, subido posteriormente a redes sociales, generó una oleada de indignación, dolor y rabia entre vecinos, asociaciones protectoras de animales y ciudadanos de toda la provincia. 

Este acto, que ha conmocionado al municipio y más allá, podría constituir un delito grave según la actual Ley de Bienestar Animal, que contempla penas de hasta dos años de prisión para quienes cometan actos de maltrato animal con resultado de muerte.

Mientras tanto, la pregunta que flota en el aire es tan insoportable como las imágenes: ¿quién fue capaz de semejante atrocidad? Y sobre todo, ¿lo pagará?

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