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Reflexiones desde el sofá

Qué vergüenza

Nos hemos encontrado con un Gobierno sometido a fiscalización y con personajes realmente vomitivos...

Publicado: 20/06/2025 ·
17:10
· Actualizado: 20/06/2025 · 17:10
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  • José Luis Ábalos y Koldo García. -
Autor

José Diego Amores Revuelta

José Diego Amores Revuelta es licenciado en Historia y Archivero con influencia petermanesca

Reflexiones desde el sofá

Columnas de opinión que sólo pretenden invitar a la reflexión del lector sobre temas de actualidad

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Cuando afloran las altas temperaturas, el cuerpo sufre hasta adaptarse a la nueva estación, y las mentes a veces también se ven afectadas. De ahí esta frase típica que oímos por la zona: “tiene el levante encima”, un fenómeno que sin duda debe tener su explicación científica, aunque la desconozca. Lo que no podríamos imaginarnos es que esa sensación se haga crónica en las actitudes de nuestros dirigentes. La capacidad para faltar al respeto con insultos y descalificaciones, a cambio de cero propuestas políticas y administrativas, es para echarse las manos a la cabeza.

Nos hemos encontrado con un Gobierno sometido a fiscalización y con personajes realmente vomitivos. Los audios donde se reparten favores o mordidas de inversiones en infraestructuras no hacen más que reforzar esa idea arraigada de que los políticos “todos roban”. Estoy seguro de que no es así, y que la mayoría intenta trabajar por su pueblo, a cambio de un buen sueldo, que muchas veces es inversamente proporcional a la exposición pública y la tensión que deben soportar. Lo que no se puede tolerar es que la clase dirigente incurra una y otra vez en los mismos delitos. Es paradójico cómo representantes de partidos liberales intentan justificar lo que supuestamente hacía de forma irregular este Gobierno, porque no hacerlo abriría el camino a uno conservador.

Si se fijan en los manifestantes frente a la sede socialista esta semana, en su mayoría no superaban los treinta años y portaban banderas de España con el águila franquista. Hace unos años, quienes añoraban esas políticas dictatoriales y salían a la calle en noviembre por el aniversario de Franco, duplicaban o triplicaban en edad a los actuales defensores de esa arcaica forma de gobernar. Ese rejuvenecimiento viene provocado por actitudes de una izquierda representada por personas que, lejos de aplicar su base ideológica —que quizá ni conozcan—, han visto en la militancia una vía para acumular poder y dinero para sus repugnantes vicios.

Cada año crece la pluralidad de formaciones políticas que llevan el nombre de su tierra como base de sus propuestas, y los nacionalismos se hacen más fuertes. Son, en su mayoría, partidos de carácter liberal que quieren impulsar el desarrollo de su territorio y que, salvo excepciones, han ganado con su trabajo la confianza de la gente. Saben que no deben alimentar el engranaje de las grandes formaciones, que funcionan más por intereses externos que por dirección propia. Aun así, les resulta insuficiente para alcanzar el poder y deben ceder ante lo que imponen los grandes partidos. No creo que sea tan difícil ser honrado; solo hay que saber a quién oír y tener claridad mental, porque las tentaciones de poder, dinero y sexo siempre han existido y existirán.

No quiero cerrar esta reflexión sin manifestar mi vergüenza. No solo por los presuntos “corruptos”, sino también por los presuntos “corruptores”, por la falta de propuestas de la alternativa política, y por cómo se nos sigue infundiendo el miedo al cambio, cuando somos nosotros quienes tenemos las herramientas para hacerlo o no. Y, sobre todo, por la vergüenza que nos siguen haciendo pasar en un país lleno de honrados trabajadores. 

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