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El cementerio de los ingleses

Las ratas

Cada lugar tiene sus particularidades, esas que atraen la mirada de los turistas. Sin embargo, la esencia de cada pueblo o ciudad está en su gente

Publicado: 22/06/2025 ·
15:09
· Actualizado: 22/06/2025 · 15:09
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Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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"Enhorabuena por tu adquisición, buena, bonita y barata: compraventa de ocasión aunque te sobran las ratas”. Creo que nadie que haya escuchado más de diez minutos de carnaval de Cádiz este año conoce esta frase de la comparsa de Jesús Bienvenido. Una idea original, mezcla de fantasía y (por desgracia) costumbrismo en estado puro: la triste realidad de un territorio invadido y de unos oriundos que parecen sobrar en su propia casa. Y no, cuando hablo de invasores, no me estoy refiriendo precisamente a inmigrantes. O, al menos, no a los que vienen en cayuco ni patera. Mientras temes a un joven desnutrido, una manada de especuladores te ahorca con sus corbatas.

Si bien el comparsista se refería a la situación de Cádiz, lo cierto es que es una realidad extrapolable a cualquier lugar del país que despierte interés de la gente de fuera, así como sus alrededores. Como saben, he estado recorriendo distintos puntos de la geografía nacional a cuenta de las ferias del libro en las que he participado y esa invasión de foráneos es una tónica común en cada lugar que he visitado. Me impactó el caso de Granada: oí al guía de un tour explicando que la vida en el alto Albaicín es demasiado dura y que por eso los pisos turísticos proliferaban allí para gente que iba a pasar un fin de semana o una quincena a lo sumo. O se había tragado un discurso aprendido o estaba blanqueando a los grandes propietarios que están echando a la gente de sus casas para hacer el agosto en cualquier época del año.     

“Somos una plaga muy molesta, que irrita, que apesta, que estorba y jode tu viaje; y cuando el sol muere en La Caleta, que es plata quieta, somos una mancha en tu paisaje”. Los de fuera vienen de turismo y disfrutan viendo las costumbres de la gente; sin embargo, a los pocos días, les molesta el grupo de amigos que se marca unas coplillas en la terraza de abajo, les parece ordinario que varias señoras jueguen al bingo en la playa, que pase un vendedor ambulante pregonando aquello que tenga para vender... les molesta justo aquello que, junto con las vistas y el paisaje, les atrajo para venir de visita. Si es que vienen imponiendo sus costumbres y quitándonos la identidad, oiga...   

Cada lugar tiene sus particularidades, esas que atraen la mirada de los turistas. Sin embargo, la esencia de cada pueblo o ciudad está en su gente: “somos los graciosos, aro, pisha, cohone, (…) los de la chirigota, la comparsa y el coro". Somos los que al final, expulsados de su tierra por el capital, nos llevaremos esa esencia con nosotros. Si acaso, quedarán esos malages (no es con j, pese a la RAE) que imitan nuestras formas sin conocerlas ni haberlas mamado: se irá la esencia, quedará una parodia “pero sin alma, te has comprado una tierra sin alma, ¿cómo se te ha pasado ese minúsculo detalle?”.

Ni siquiera las damas podrán hacerse tirabuzones con las fanfarronas bombas, porque no sabrán del exceso de plomo al que hacía referencia ese tanguillo. Si me apuran, por otros lares, no sabrán que la Virgen del Pilar dice que no quiere ser francesa. Como decía, tomo el ejemplo de Cádiz por la letra de la comparsa aunque esta invasión la sufre todo el país: lo que no logró Napoleón con bombas y cañones, lo que no hizo la pérfida Albión con sus piratas, lo están haciendo bancos, fondos buitre y algún ricachón hecho a sí mismo pasándose el derecho a la vivienda por las pudendas partes que les lamen nuestras élites capitalistas. Y nosotros, mientras, nos quedamos fuera de nuestra casa, de nuestra tierra, fuera de la ley “de la oferta y la demanda, somos las ratas”. Y por desgracia, esto es más que la letra de una comparsa.

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