Además de los dioses de las respectivas religiones, y del dinero y el poder hay un nuevo panteón de dioses, que no para de crecer reclamando su cuota de adoración. Son los denominados LLM (Large Language Model), de los que el primero en aparecer y el más conocido es ChatGPT. Quizás falte poco para que pasemos del famoso “In God we trust” de los billetes americanos a un actualizado y laico “In AI we trust”.
La IA es casi una religión, es creadora (generativa), y muchos piensan que es infalible, omnisciente, y cada vez más omnipresente. Para muchos, lo que produce es como un evangelio, el de San ChatGPT, el de San Gemini, el de San Copilot, el de San Deepseek, etc. Cada vez hay más evangelistas y apóstoles de la IA que herramientas para detectar plagios, o si lo que genera es correcto o no. Todavía pide perdón educadamente cuando alucina, pero dentro de poco no tendrá que hacerlo, y no es solo porque mejorará su precisión, sino porque cada vez habrá menos personas que sepan que se equivoca y se atrevan a llevarle la contraria. En pocos años lo que diga la IA será poco menos que palabra de Dios. Todo ello, a pesar de que el propio CEO de OpenAI cree que las personas confían demasiado en esta tecnología, aunque aún comete errores graves. De hecho, indica que debería ser la tecnología en la que menos confiemos, mientras millones de personas la usan para todo sin cuestionar su precisión.
Cuando Dios le ofreció al Rey Salomón concederle cualquier cosa que deseara, pidió sabiduría, conocimiento y la capacidad de discernir entre el bien y el mal. En nuestros tiempos, la IA permite aparentar sabiduría y conocimiento, y muchos creen que se van a hacer ricos sin esfuerzo. En la universidad cada vez más tenemos que revisar trabajos con contenidos aparentemente perfectos que, en muchos casos, no proceden del estudio ni del discernimiento, sino de consultas a la IA. Es indiscutible que cada vez hay herramientas más útiles que pueden ayudarnos, sobre todo automatizando tareas repetitivas. La dependencia que están generando hará muy complicado desengancharse si hubiera que hacerlo. Como todo lo que no se ejercita se atrofia, nuestra capacidad para buscar, pensar y razonar puede ir en retroceso. Necesitamos tiempo para saber utilizarla, aprovechar sus ventajas y el tiempo que libera, más allá del simple copiar y pegar sin pensar, aceptando sin más todo lo que genera porque es palabra de IA.