En el
último programa de La Pasión, los historiadores
Rafael Jiménez Sampedro y
Juan Pedro Recio analizaron uno de los episodios más singulares de la historia reciente de la religiosidad sevillana:
las Santas Misiones de 1965. Una iniciativa impulsada por el cardenal Bueno Monreal en plena efervescencia del
Concilio Vaticano II, que buscaba renovar el espíritu pastoral de la Iglesia y acercar el Evangelio a todos los rincones de la ciudad.
“
La intención no era llevar imágenes solo a barrios periféricos. Toda Sevilla estuvo implicada”, explicó Jiménez Sampedro. De hecho,
se habilitaron 166 centros misionales, de los cuales 54 estuvieron regidos por hermandades. La Catedral también albergó uno de estos centros, reflejando la magnitud del movimiento. A pesar de que el recuerdo más popular suele centrarse en el traslado del Señor del Gran Poder al barrio de Santa Teresa,
otras imágenes como la Virgen de las Aguas del Museo también participaron desde ubicaciones cercanas sin necesidad de grandes desplazamientos.
Por su parte, Juan Pedro Recio contextualizó este fenómeno dentro del proceso de
aggiornamento o “puesta al día” impulsado por el Papa Juan XXIII y culminado por Pablo VI.
“La Santa Misión nace como una prolongación natural del Concilio. Era una forma de actualizar la liturgia y acercar la fe a los fieles”, señaló. De hecho, durante esta misión se celebró un hecho histórico:
la primera misa en lengua vernácula en Sevilla, el 10 de febrero de 1965, en plena aplicación de las reformas conciliares.
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