Con la misma fuerza que el sol del desierto del Sáhara, pero cargada de humanidad, ha llegado a Jaén una caravana de esperanza. Casi un centenar de menores refugiados saharauis han sido recibidos con pancartas, banderas y una oleada de abrazos por sus familias de acogida. Lo han hecho como parte del programa solidario Vacaciones en Paz, impulsado por las asociaciones Sáhara Jaén y Amigos del Sáhara Libre de Linares, con el apoyo imprescindible de la Fundación Unicaja.
Este año, la llegada ha tenido un sabor aún más especial. Por un lado, se han superado los números del año anterior. Por otro, la espera se hizo más larga por un retraso burocrático de dos semanas. Pero este miércoles, cuando los autobuses aparcaron en la capital jiennense y en Linares, todo ese tiempo se disipó en lágrimas y sonrisas.
Los menores, de entre 10 y 11 años, vienen de los campamentos de refugiados de Tinduf, en Argelia. Allí, el pueblo saharaui sobrevive desde hace más de 50 años en condiciones extremas, entre la arena, el calor y el olvido. Sin embargo, como explica Franma Ruiz, presidenta de la asociación Sáhara Jaén, “estos niños son mucho más que refugiados: son embajadores de su tierra, de su causa y de su dignidad”.
Y es que, detrás de cada niño que llega, hay una historia silenciada. La encrucijada política entre Marruecos y el Sáhara Occidental, con la connivencia del Gobierno español, ha prolongado un conflicto enquistado y profundamente injusto. “España ha rendido pleitesía al régimen marroquí, condenando al pueblo saharaui a una situación catastrófica”, denuncia Ruiz.
Pero durante el mes y medio que pasarán en Jaén, estos niños y niñas vivirán un paréntesis reparador. Tendrán acceso a revisiones médicas completas —vacunas, dentista, oftalmólogo—, una alimentación variada, juegos, excursiones, helados, playa y piscina. En definitiva, infancia. Una infancia interrumpida por el exilio, pero restaurada por la solidaridad.
“Este proyecto es un soplo de aire para su salud y su desarrollo personal”, explican Marta Miranda, Desireé Henares e Irene Araque, responsables del programa para Sáhara Jaén. “Lo que hacemos es también un acto de justicia y de afecto, creamos lazos familiares que duran para siempre”.
Las familias, muchas de ellas repetidoras, se convierten en verdaderos refugios. “La acogimos con 8 años y ahora tiene 11. Cada verano es una fiesta cuando vuelve. Es parte de nuestra familia”, cuenta emocionada Carmen, madre de acogida en la Sierra de Segura.
El apoyo de la Fundación Unicaja, que ha seleccionado este proyecto dentro de sus convocatorias extraordinarias por su décimo aniversario, ha sido clave este año. Ana Cabrera, responsable de Solidaridad de la entidad, participó en la recepción celebrada en el Auditorio El Pósito de Linares: “Es una iniciativa que no solo transforma vidas, sino que construye un puente entre pueblos. Nos recuerda el poder que tiene la ciudadanía cuando actúa con conciencia”.
En total, 650 menores han llegado este verano a Andalucía y casi 3.000 a todo el país. En Jaén, 53 lo hacen de la mano de Sáhara Jaén y el resto con Amigos del Sáhara Libre de Linares. Todos con el mismo sueño: disfrutar del verano como cualquier niño, pero también recordar al mundo que su causa sigue viva.