El tiempo en: Jaén

Creyendo y creando

Día de Jesús

En el día de Jesús, las tradiciones se multiplican, y esta es una de ellas: los vecinos cubren de asientos, por completo, las aceras del itinerario

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Nos trasladamos a Alhaurín el Grande, provincia de Málaga. El calendario señala el domingo siguiente a la festividad del Corpus Christi. El pueblo está bellísimamente engalanado, de punta a punta, y predomina el color morado: escaparates de comercios, cartelería por el municipio, banderolas y colgaduras de los balcones, vestimentas de las señoras, corbatas en los caballeros, proyectores tiñendo de púrpura las calles… Los vecinos nos recomiendan que aparquemos a las afueras, y así lo hacemos. Hace calor, pero merece la pena comprobar de primera mano el prodigio que nos han contado.

Conforme nos adentramos en el pueblo, las sillas empiezan a aflorar por calles y calles… En el día de Jesús, las tradiciones se multiplican, y esta es una de ellas: los vecinos cubren de asientos, por completo, las aceras del itinerario que recorrerá la veneradísima Imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno. A lo lejos, el sonido de roncos tambores y personalísimos ecos metálicos nos adentran en un universo que creíamos perdido: por uniformidad, sonido y repertorio, nos acordamos del sueño arahelense de Manuel Rodríguez.

Hemos llegado a la cruz de guía y las costumbres siguen llenándonos de sorpresa y aplauso: ¡nazarenos! No importa la temperatura, pues impera el absoluto respeto a la tradición. Nos frotamos los ojos y, sí, presenciamos penitentes de color nazareno y oro, túnica bordada de terciopelo, capirote alto y guantes blancos, pertrechados de riquísimas insignias, en diferentes tramos del desfile. Anteceden y predisponen a la llegada de la Sagrada Imagen, que cuenta, además, con otros tantos significativos gestos: la antesala de una reliquia del Lignum Crucis, abrazada con el velo humeral; la representación alegórica del Niño Jesús con corona de espinas, representada por niños del pueblo; la incensación del Libro de Estatutos en actitud genuflexa durante el recorrido; los catorce estandartes que nos trasladan al Vía Crucis de Jesucristo; la presencia del Tercio “Gran Capitán”; etc. 

Mas falta un detalle a este relato, pues algún lector se habrá preguntado por la justificación de estas costumbres malagueñas en un medio jaenero. Damos respuesta: si la impresión que nos transmite la Imagen de Padre Jesús, con su larga cabellera natural, llena de pétalos, con su cruz de madera engalanada con orfebrería dorada y su paso de lado a lado nos recuerda a nuestro Abuelo, el pensamiento se potencia cuando, en diferentes puntos del recorrido, la marcha de Cebrián es interpretada, ¡y cantada con letra!, por hermanos, devotos y hombres de trono. El ritual nos sorprende, qué duda cabe, pero el fervor entre los vecinos es tan grande que jamás olvidaremos la emoción del momento.

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