A mí ya no me gusta la fruta. Durante toda la vida comí fresas de Palos, plátanos de Canarias, naranjas de Ayamonte, pero lo dejé a raíz de que Isabel Díaz Ayuso exclamara desde la tribuna de invitados del Congreso aquello de “hijo de…” dirigido al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y posteriormente tuviese la ocurrencia de afirmar que simplemente había dicho: “Me gusta la fruta”. La expresión, de largo recorrido, se utiliza desde entonces por el PP contra Sánchez en sustitución del primer significado que tuvo. En el reciente cónclave del PP se repartieron centenares de camisetas con ese eslogan. Resulta llamativa la lenta pero imparable decadencia de la política española. Es inimaginable que Teófila Martínez, Celia Villalobos o Miguel Herrero de Miñón, se hubieran ataviado con una camiseta con tal dicho. La Transición queda lejos en el tiempo (aunque Teófila y Celia son posteriores) y la formación (humanística) de los políticos queda muy abajo. Noelia Núñez, un suponer.
Noelia tenía vida, tenía biografía, pero no tenía bibliografía. Por eso se inventó tres carreras universitarias que realmente no había cursado. Pese a lo cual lució lozana la camiseta del “me gusta la fruta” en el citado congreso popular, que la confirmó como vicesecretaria de Reto Digital en el núcleo duro de Núñez Feijóo. Pero Noelia mintió sobre su perfil universitario. Y el diario ‘El País’ ha expresado en un editorial: “Lo que sí merece reproche en un político es mentir y repetir la mentira (…) No es indispensable ser licenciado en Derecho para representar a la ciudadanía: ser honesto, sí”. Noelia (33 años) aparecía como una joven oxigenada en el ambiente tóxico de la política española, en línea opuesta a ese Santiago Abascal adoctrinando sobre la caza de inmigrantes, o al propio Feijóo sin desmentir abiertamente un gran pacto con Vox. Noelia es discípula de Ayuso, la lideresa del liberalcapitalimo madriles y principal ideóloga con banderita en la muñeca del nacionalismo español mientras los vecinos de siempre del Madrid castizo son expulsados de su barrio y de su ciudad en favor del turismo de élite y de los fondos de inversión extranjeros. Noelia se ha disuelto en la nada. “Nos han empatado en el último minuto”, se ha lamentado un diputado del PP en referencia a los casos Noelia y Montoro (polémicas muy distintas en el fondo y la forma). Sánchez ve el terreno más despejado: “Ni tan mal”. Y lo dejo, que voy a tomarme las vitaminas efervescentes. Ni una cereza. Feliz verano.