Una velada de prerrogativa nazarena
Unas 4.000 personas vivieron intensamente el Vía Crucis del Consejo en una noche que ya es historia
Las imágenes que los arcenses conservan en su memoria de una madrugada de Viernes Santo se adelantaron en el tiempo en cierto modo con el Vía Crucis organizado por el Consejo Local de Hermandades y Cofradías y la hermandad nazarena, al valerse en esta ocasión de la sagrada imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno para rememorar cada estación penitencial padecida por Jesucristo.
Según estimaciones tanto de la organización como de los cuerpos de seguridad que intervinieron, pudieron ser alrededor de 4.000 las personas que participaron en este acto cristiano, conmovidas especialmente por la presencia en las calles del Alcalde Perpetuo de Arcos: un acontecimiento cuya importancia ha sido situada por el propio Consejo como "un reto" que felizmente ha cumplido en torno a un día inolvidable y que ha hecho historia en el corazón cristiano de la ciudad.
El punto de partida del Vía Crucis fue la iglesia de San Agustín, donde ya se dejó entrever la enorme asistencia. Desde allí y hasta el templo de San Pedro, la comitiva formada por una exhaustiva representación de las hermandades, tanto de gloria como de penitencia, el pueblo en general, la Iglesia y el propio Consejo de Hermandades discurrió según lo previsto, con un silencio a veces sepulcral, atento al rezo del director espiritual de la hermandad nazarena, el padre Jesús Lozano.
Pese a que el cortejo no contó con la organización de una procesión al uso, sí es cierto que discurrió ordenadamente gracias en gran medida al entendimiento que encajó el pueblo con una gran naturalidad. Momento especialmente emotivo fue cuando el Nazareno pasó entre el público, para que nadie se quedara sin verlo y sin sentir de cerca su presencia.
El Vía Crucis contó además con la tenue música de una agrupación de capilla que siguió escrupulosamente las órdenes de la organización, como también contó con la colaboración de los costaleros de la Vera Cruz para cargar el paso del Nazareno, con alguna que otra dificultad añadida a su paso por la calle Maldonado debido a la estrechez del tramo.
De regreso al templo, con menos devotos debido a la hora y al frío de la noche, el Vía Crucis se hizo un rosario de velas y de rezos marcados por una profunda espiritualidad. El acto en sí recibió la felicitación no sólo de las hermandades y el pueblo en general, sino incluso de la Iglesia a través del párroco de San Pedro, como explicó a este periódico el presidente del Consejo.
Posteriormente, Manuel Camarena ha querido agradecer en nombre del Consejo la aportación desinteresada de Cruz Roja, así como la colaboración del Ayuntamiento a través de la Policía Local, Protección Civil y otros servicios públicos.
Pero lo más importante de esta histórica velada fue sin duda la cantidad de peticiones que, en silencio, el pueblo expresó al Padre Nazareno, esperando su prerrogativa en estos tiempos difíciles para las familias y las personas. Motivos no faltan para acudir a Dios en todas sus formas...
Según estimaciones tanto de la organización como de los cuerpos de seguridad que intervinieron, pudieron ser alrededor de 4.000 las personas que participaron en este acto cristiano, conmovidas especialmente por la presencia en las calles del Alcalde Perpetuo de Arcos: un acontecimiento cuya importancia ha sido situada por el propio Consejo como "un reto" que felizmente ha cumplido en torno a un día inolvidable y que ha hecho historia en el corazón cristiano de la ciudad.
El punto de partida del Vía Crucis fue la iglesia de San Agustín, donde ya se dejó entrever la enorme asistencia. Desde allí y hasta el templo de San Pedro, la comitiva formada por una exhaustiva representación de las hermandades, tanto de gloria como de penitencia, el pueblo en general, la Iglesia y el propio Consejo de Hermandades discurrió según lo previsto, con un silencio a veces sepulcral, atento al rezo del director espiritual de la hermandad nazarena, el padre Jesús Lozano.
Pese a que el cortejo no contó con la organización de una procesión al uso, sí es cierto que discurrió ordenadamente gracias en gran medida al entendimiento que encajó el pueblo con una gran naturalidad. Momento especialmente emotivo fue cuando el Nazareno pasó entre el público, para que nadie se quedara sin verlo y sin sentir de cerca su presencia.
El Vía Crucis contó además con la tenue música de una agrupación de capilla que siguió escrupulosamente las órdenes de la organización, como también contó con la colaboración de los costaleros de la Vera Cruz para cargar el paso del Nazareno, con alguna que otra dificultad añadida a su paso por la calle Maldonado debido a la estrechez del tramo.
De regreso al templo, con menos devotos debido a la hora y al frío de la noche, el Vía Crucis se hizo un rosario de velas y de rezos marcados por una profunda espiritualidad. El acto en sí recibió la felicitación no sólo de las hermandades y el pueblo en general, sino incluso de la Iglesia a través del párroco de San Pedro, como explicó a este periódico el presidente del Consejo.
Posteriormente, Manuel Camarena ha querido agradecer en nombre del Consejo la aportación desinteresada de Cruz Roja, así como la colaboración del Ayuntamiento a través de la Policía Local, Protección Civil y otros servicios públicos.
Pero lo más importante de esta histórica velada fue sin duda la cantidad de peticiones que, en silencio, el pueblo expresó al Padre Nazareno, esperando su prerrogativa en estos tiempos difíciles para las familias y las personas. Motivos no faltan para acudir a Dios en todas sus formas...
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