La Redención salió a la calle al filo de las cinco de la tarde, después de esperar por espacio unos veinticinco minutos en el interior del templo y con el compromiso de recuperar el tiempo perdido en su itinerario hacia la Carrera Oficial.
La cofradía continuó su marcha a pesar de que en algunos momentos del recorrido se vio sorprendida por una leve llovizna. Fue casi a punto de llegar al palquillo, saliendo de la calle Gaitán, cuando persistió la lluvia, lo que llevó a la hermandad a refugiarse en la cercana capilla de San Juan de Letrán.
Finalmente, la junta de gobierno decidió regresar al Santuario de María Auxiliadora el próximo Domingo de Resurrección a partir de las cinco de la tarde.
La Vera Cruz era la siguiente hermandad en echarse a la calle. La cruz de guía se hizo presente en la plaza Melgarejo apenas unos minutos después del horario inicialmente fijado, volviendo sobre sus pasos cuando sólo había avanzado unos metros. Sin embargo, la junta de gobierno adoptó posteriormente la determinación de continuar el camino hacia la Carrera Oficial.
El chaparrón que había obligado a La Redención a refugiarse en San Juan de Letrán sorprendió a la cofradía con el paso de misterio finalizando su andadura por la calle Chancillería y el palio cerca de la iglesia de las Reparadoras, regresando todo el cortejo a San Juan de los Caballeros bajo un importante aguacero.
La Lanzada, El Huerto y El Mayor Dolor decidieron no salir a la calle cuando la tarde se había metido definitivamente en agua.
La Madrugá
Los chubascos dieron una tregua a la Madrugá de Jesús, aunque condicionaron en exceso el procesionar de cada una de las hermandades, a medida en que se aceleraba la amenaza del regreso de las lluvias, como terminó ocurriéndole a las hermandades de la Yedra y de la Buena Muerte, que tuvieron que anticipar la hora de regreso al templo a paso de agua ante la aparición de precipitaciones. La Hermandad de la Buena Muerte llegó a sopesar si resguardarse en la Victoria, pero finalmente lograron llegar a su templo. La Yedra, por su parte, optó por resguardar su paso de misterio en su casa hermandad, mientras que Nuestra Señora de la Esperanza lo hizo en su capilla antes de las nueve de la mañana, con hora y media de antelación.
El mal tiempo, por otro lado, mermó la afluencia de público en las calles, después de que tuviera que regresar resignado a sus hogares en la aciaga tarde del Jueves Santo.