Es verdad que hay mentes pobres que prueban fortuna en el socialismo y tienden a igualar a todos para ascender ellos y ponerse cómodos. Son los que empiezan con el ‘todos y todas’ porque les parece que el oyente no va a saber distinguir, pero se encuentran con que sí sabe y acaban catalogados por los patrimonios. Otros al otro lado pretenden conservar privilegios y rango y hacen lo imposible por reforzar la excelencia de sus huellas. He leído de algunos de éstos que, cuando adolescentes, formaban un grupo y se llamaban a sí mismos “Los notables” y lo peor es que deben seguir en este juego. Estos se ven muy señalados por los primeros de la igualdad por marcar distancia.
Hoy no tenemos clases nobles porque están mezcladas con el pueblo, la entrañable Cayetana tres veces grande y más llana que “algunos y algunas” que llevan el cargo subido a la barbilla; ella está pendiente sólo de vivir y lo demás no tiene cuenta. La democracia ha traído una casta distinta y de mucha prosapia que visten de moda y calzan de lo mismo, pero la cabeza se les va por la sonrisa. Suelen vivir de votos y saben manejarse. De rechazo siento alivio con algunas caras de la TV; siempre he dicho que la basura está fuera y los platós la patrocinan para disfrute del vecindario. Qué sería si no de algunos que andan dando avío con cara de intelectuales y hechos de ramplones.
Dicen que la democracia es el menos malo de los sistemas humanos y creo que es verdad, porque no sé qué haríamos sin tener el entretenimiento del espectáculo diario que se nos ofrece. Si se canalizase el ocio aburrido seríamos intratables y andaríamos inquietos como monos enjaulados exhibiendo conductas. Pero no, para eso está el parlamento con caras somnolientas hasta que los requieran para votar. ¿No sería más barato todos los votos en una sola cabeza? Quedarse uno de guardia y los demás a recreo. El resultado sería el mismo y todavía caben fórmulas con las que nos ahorraríamos mucho dinero. Parece que la democracia se establece muy de prisa y siempre a la muerte de un general o algo por el estilo.
De todas formas, lo que decía, los socialistas tienden a hacer iguales y los opuestos tienden a ser únicos empobreciendo igualmente el tejido social. Lo ideal es estar a la cabeza los mejores y mirar por los de abajo para equilibrar distancias. Esto se llama espontaneidad y es la vida, dejarla que eclosione sin forzar, pero resulta poco menos que imposible para el hombre manipulador al que le encantan los extremos. O es socialista o es facha, qué desgracia. Y si te pones en medio, te arrolla el tren del hombre desbocado. Pocas veces se da un ciudadano equilibrado, sensato, como decíamos antes, cabal. Y si lo es, el cargo lo descarga, que vienen de la misma raíz.
Mirad ahora por dónde se desata Madrid con la excelencia. Pobre pueblo que lo dejan para colchón de los desequilibrios.
No hay adolescente que madure normal en solitario, sea rico o pobre, listo o mediano. El que pasa el tiempo joven solo con la madre se le nota. No deshagáis grupos que os podéis encontrar con sorpresas. Los listos si están solos maduran con dificultad, porque tienen inteligencia pero les faltan mil cosas que las tiene el resto. Cuanto más diversa la sociedad más rica, eso hoy lo saben en cualquier lado, incluso una mayoría de Madrid. ¿Es que no necesitamos aprender a convivir en este país? Se aprende siendo vecinos de pupitre; después ya no hay remedio. La presidenta Aguirre los quiere llevar al limbo de la excelencia, que nada tiene que ver con la vida.