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Patio de monipodio

Paralelos para lelas

Si este trato se le diera a cierta otra ciudad, ya se habría puesto de vuelta y media a Renfe, a la Junta, y a la ciudad de Sevilla, al parecer culpable de todos los males, según desocupados buscadores de responsabilidades ajenas con que ocultar las propias...

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Si este trato se le diera a cierta otra ciudad, ya se habría puesto de vuelta y media a Renfe, a la Junta, y a la ciudad de Sevilla, al parecer culpable de todos los males, según desocupados buscadores de responsabilidades ajenas con que ocultar las propias. Pero el trato lo reciben Sevilla -cuyo perjuicio está dentro de la norma, a juzgar por los silencios- y San Fernando, obligada también a tragar ruedas, esta vez de ferrocarril; líneas paralelas para alejar ambas ciudades entre sí. La Isla del León no es de las envidio-insidiosas dedicadas a pedir más para sí a costa de los demás y comparte con Sevilla el desinterés de las autoridades de comunicaciones.

Mejor será explicarse: Cuando se derribó la Estación de San Fernando (hoy San Fernando-Centro), quedó sólo el apeadero-platillo volante de Bahía Sur, situado fuera de la ciudad, junto a un centro comercial, su único aliciente. Único y, al parecer, poderoso; porque la estación derribada ya lleva tiempo reconstruida, pero los trenes de media y larga distancia no hacen parada en ella, sino en el “modernísimo” e inhóspito paraje situado al otro lado de la autopista. El tren no permite acceder a la ciudad directamente, al dejar atrás la estación central, para llevar al viajero a un extremo, sólo comunicado por un lento servicio de autobús. Dos líneas, como único contacto con la ciudad propiamente dicha, para alargar el tiempo y aumentar el gasto. Y todavía hay quien protesta contra la liberalización. ¡Hay gente pa tó!

Sabemos -faltaría más- que no se ha hecho con la insana intención de perjudicar a los viajeros procedentes de Sevilla, ni a los isleños que quieran viajar a esta ciudad hermana; que debe haber otras razones aunque Renfe sea poco dada a divulgar las suyas, cuando las tiene, que no parece el caso. Si lo pensaron -que nadie lo cree, claro está- no hay viajeros que hagan una visita al centro comercial vecino, aunque lo invite la cercanía. Y la línea municipal de autobús, aunque casi siempre deficitaria como todas las líneas municipales de autobuses, justificaría en muy corta medida el transporte de viajeros. La única consecuencia de este trasvase ferroviario, desde el centro de la ciudad a la periferia, en un extremo de dificultoso acceso, es para el viajero de media y larga distancia, lo que afecta especialmente a la comunicación con Sevilla. “Casualmente”. Pérdida de tiempo innecesaria e inexplicable: la “hermosa modernidad” de las olas del apeadero de Bahía Sur, se puede contemplar desde el tren sin necesidad de desgastar las múltiples escaleras mecánicas. Si se trataba de rentabilizarlas, debe saberse que desconectadas consumen menos y duran más.

Debe ser, como dice un amigo: “Nunca intentes comprender a los políticos”. Pero, como todo, esto también tiene una connotación positiva, sólo una plenamente innecesaria si no fuera por los desocupados buscadores de responsabilidades ajenas, pero menos da una piedra: Alguna zona, obligada a comulgar con ruedas de molino, ya puede valorar en su justa medida el tratamiento recibido por Sevilla desde todas las administraciones​.

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