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El ojo de la aguja

Adiós, Niño Miguel

Te pudo la soledad, callejeador del mundo, allí, en la residencia de Tharsis, entre esforzados vocablos cuando menos lo esperaba, me decías “esto es como una cárcel”

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La voz, que era su guitarra, quedó muda, ha muerto Niño Miguel. Todo el mundo del flamenco está de luto, sabíamos de sus últimos años en la Residencia Los Jarales de Tharsis, donde llegó a recuperarse bastante de su callejear por la vida. Adiós, Niño Miguel, con tus sones y genialidades para el flamenco que nadie supieron superar, porque en esto, a pesar de tu delicada salud, fuiste el único. Tu voz quedó callada, Miguel/duermes los arpegios de la lira/Huelva doliente sufre y mira/tu impronta muerte por doquier/el dolor de la noticia, remueve la hiel/en el corazón algo interior expira/, resiste a creerlo, lo real estira/asfixia como en el cuello un cordel/ Esto es así, genio y figura. Te has ido donde se hospeda Rengel/Toronjo, Juan Díaz, Paco Isidro, en la altura/Te has ido de repente con tu palmares/huido de tanta soledad infiel.
Echo la mirada hacia atrás y se me pone por delante de las retinas, la visita que te hicimos a la Residencia de Tharsis, con la periodista Lidia Jiménez, (entonces coincidíamos en Odiel). Aquel día fue memorable, estuvimos  los tres juntos almorzando en  el Portichuelo, donde el personal te colmó de atenciones al verte, saboreamos un buen puchero, plato típico alosnero, luego, al regreso (recuerdo que España jugaba un partido del Mundial), le pediste Miguel una guitarra al conserje, Martín, y nos regalaste un verdadero recital de guitarra, a Lidia y a mí… Lidía no se lo creía, no entendía como de aquellas manos de un hombre siempre de aspecto bohemio, podía salir tanta y tan bella creatividad musical.
Desde entonces Lidia Jiménez, buena periodista de Talavera de la Reina, quedó embelesada para los restos con tu talento, con la pulcritud de transmitir lo más grande hablando musicalmente, y siempre le hizo un exhaustivo seguimiento en todos los órdenes, tanto personal como artístico. .
Te pudo la soledad, callejeador del mundo, allí, en la residencia de Tharsis, entre esforzados vocablos cuando menos lo esperaba, me decías “esto es como una cárcel”, nunca Niño Miguel, a pesar de que allí, en la tierra de mis mayores, no sabían como tratarlo de bien, dejó de sentir tremendamente la soledad, el aislamiento, la presión un día y otro de las cuatro paredes, y se enfrascaba cada vez más en su mundo.
Niño de Miguel, te has ido por delante de todo y de todos, y dejas la estela de una de las figuras más grande del mundo del flamenco. El tiempo, que siempre tiene la llave de la verdad, sabrá colocarte en el lugar que te corresponde. Descanse en Paz.

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