Sí, uno cree como el poeta Rilke que la verdadera patria del hombre es la infancia. También opino que el verano es la estación ideal del año. Cuando se entrecruzan la niñez y la época estival dejan a su paso un reguero de recuerdos, olores, sabores, y así. la siesta, el gazpacho fresquito, ver atardecer en el campo, un chapuzón en la alberca de mi compadre, son placeres que permanecen en mi memoria, imborrables, a lo largo del tiempo. Pilares que conforman el contorno de una patria, la infancia, vivida en un pueblecito de la provincia de Sevilla, rodeado de olivares.
Después de casi dos años de ausencia, he vuelto al pueblo con los nervios de un padre primerizo. Lo confieso: temí no encontrarme nunca más a algún amigo, no haberle podido decir adiós a alguno de mis vecinos, que hubiera desaparecido una vivienda, una calle, un patio, escenarios vitales de mis juegos infantiles.
En el registro de mi inventario sentimental no encontré el cine Andalucia, el viejo cine de verano que me había despertado la afición por el mundo del celuloide. Un mundo que, bajo las estrellas, cobijaba a personajes como Joselito, Rocio Dúrcal, Marisol o José Luis López Vázquez. Cine español, nuestro denostado cine español que, pasado el tiempo, uno recuerda con cariño. Marisol era la protagonista de ‘Tómbola’; Joselito me arrancó más de una sonrisa en ‘El pequeño coronel’ y mi añorada Rocio Dúrcal bordaba su papel en ‘Canción de juventud’. En el cine Andalucia de mi pueblo comprendí los secretos de lo que se ha denominado Èl landismo’: más de un cateto, humor, suecas rubísimas y despelotes sin venir a cuento. Eran mis peliculas favoritas pero, junto a ellas, tampoco me perdí alguna de marcianos, del oeste, y de cuatreros sin escrúpulos.
Nada de eso encontré en la noche de ayer en el solar del cine Andalucia, donde este año crece la maleza y el olvido. Ni bocatas de tortilla, ni botellas de agua fria, ni palomitas de maiz que me proporcionaba, a buen precio, mi amigo Joselito, desdentado, chupaíllo, jornalero reconvertido en vendedor de chucherías en la época veraniega. Joselito, me cuentan mis paisanos, ha pasado a mejor vida; como ‘La Perla’, un travestí treinteañero, alcohólico, que antes de cada pelicula encendía al personal con canciones de Lola Flores, Juanita Reina o Rocio Jurado.
Dicen en el pueblo que el solar del viejo Andalucia será a partir del próximo verano un pub de intercambios de parejas, un pub de ambiente liberal que se dice ahora, que los tiempos avanzan que es una barbaridad. “!Guauuuu, veremos pelis de verdad!”, me dice mi amigo el canijo, irónico y prominscuo el cabroncete.
Lo cierto es que pasaremos de tener en la zona un cine de verano a… un verano de cine. Con su ambiente, sus parejas, sus intercambios.como les digo.
El cine Andalucía, un buen recuerdo
En el registro de mi inventario sentimental no encontré el cine Andalucia, el viejo cine de verano que me había despertado la afición por el mundo del celuloide
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