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La 'dote' de Chinchón

Su mayor 'dote' no es otra que la de sus monjas, las Hermanas Clarisas

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  • CHINCHÓN -

Quien le iba a decir a este pueblo situado a unos 45 kilómetros de Madrid que, con el paso del tiempo, se convertiría en uno de los mayores reclamos turísticos de la Comunidad gracias al legado de personajes tan ilustres como Francisco de Goya, Lope de Vega o las generaciones de condeses que, llevando por título su nombre, ayudaron a que en 1916 el rey Alfonso XIII otorgase a Chinchón el título de ciudad.

   Sin embargo, su mayor 'dote' no es otra que la de sus monjas, las Hermanas Clarisas. Su convento, enclavado en la entrada del municipio, guarda en su interior los 'tesoros' de una historia de clausura de la que tanto religiosas como locales han sido protagonistas y que puede ser descubierta hasta el 8 de diciembre.

   Esta exposición, llamada 'Tesoros de la Clausura' y que ya visitaron unas 2.000 personas el año pasado, contiene piezas únicas, desde ornamento litúrgico hasta utensilios del día a día monacal, pasando por reproducciones de obras de Murillo o un capote de torero bordado por las monjas para un vecino de la localidad, son algunos de los secretos que esconde el Monasterio de la Purísima Concepción.

   Las dotes de las hermanas, guardadas durante años por los feligreses en sus domicilios para evitar ser sustraídas durante la Guerra Civil, ven ahora la luz gracias a la buena voluntad de algunos de ellos, que hasta el día de hoy continúan aportando hallazgos encontrados tras la reforma de una antigua casa o el fallecimiento de algún familiar asiduo al convento.

LA CLAUSURA, DESDE EL OTRO LADO.

   La muestra ofrece la posibilidad de adentrarse en la vida monacal y acceder, por ejemplo, a la sala desde la que las monjas escuchan la misa o descubrir el cuarto desde el que reciben la comunión por parte del párroco.

   Con un coste de cinco euros por persona destinados al mantenimiento del Monasterio, la visita permite conocer el panteón de los V Condes de Chinchón, no sin antes divertirse con algunas curiosidades como los Niños Jesús, cuyo mantenimiento y cuidado estaba asignado uno por uno a cada una de las monjas.

   Estas figuras, vestidas por las hermanas, eran y son algunos de sus entretenimientos junto a la costura y los bordados o los dulces, ya que ningún visitante debe abandonar el convento sin pasar por la tienda para degustar las rosquillas, los hojaldres o los turrones artesanales que las Clarisas elaboran a diario.

MÁS QUE ANÍS, PLAZA Y MESÓN.

   Al margen de lo desconocido, si por algo es reconocido Chinchón es por su plaza. Considerada una de las más bonitas del mundo y declarada cuarta maravilla de la Comunidad de Madrid, ha sido usada tanto para un corral de comedia como para autos sacramentales, aunque su uso más común son las celebraciones taurinas.

   Y su anís --el de Chinchón como no-- ha puesto en el mapa a la localidad madrileña, que es conocida en el mundo entero por esta bebida. El sinuoso camino que conduce a esta población del Sur de Madrid dibuja un paisaje de olivos y viñas presididos por su alcoholera, que indican al viajero que ha llegado a su destino.

   El Chinchón, orgullo y fuente de ingresos de la localidad, está presente en cada uno de sus rincones y se ha hecho un hueco en su gastronomía. Si se consultan los menús de sus restaurantes, nunca falta la leche frita flambeada con anís seco especial, cuya graduación supera los 70 grados.

   Y la tercera de las particularidades tiene que ver con la buena mesa. Multitud de restaurantes abarrotan sus calles, aunque algunos son más peculiares que otros. Es el caso de 'Las Cuevas del Vino', una antigua casa de labranza destinada a la producción de vino y aceite convertida en restaurante y cuya especialidad es la cocina tradicional.

No obstante, más allá de la plaza, el anís y el mesón basta con pasear por las angostas calles de Chinchón para trasladarse a otros siglos a través de balconadas o soportales que recuerdan a un 'paisaje medieval' propio de otra época.

EL HERMANO DE GOYA.

   El interior de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción guarda otro de los tesoros del municipio, un cuadro de Francisco de Goya que precisamente da nombre a la parroquia. Aunque los agradecimientos de los chinchonetes por tal obra no han de ser para el artista en sí, sino más bien para su hermano 'Camilín', capellán de la iglesia, que fue quien le convenció.

   La pintura, que solo ha salido de Chinchón en tres ocasiones, está inspirada en una chica de la localidad llamada Ana y apodada por los vecinos como 'La Graja' porque siempre vestía de negro. Una joven de la que según dicen el pintor estaba enamorado. Además, Goya presenció cómo las tropas francesas asolaron la villa durante la Guerra de la Independencia, de ahí que en el grabado número 37 de sus Desastres de la Guerra escribiera 'El de Chinchón', al plasmar el ajusticiamiento de un habitante de la ciudad.

UN TEATRO MUY COSECHERO.

   Si Goya le dio a Chinchón su cuadro, los cosecheros le regalaron el teatro. Este gremio, establecido en una sociedad, decidió destinar un 1% de cada botella de vino vendida a la realización de obras públicas y, visionando el teatro como un avance cultural para la época, apostó por la construcción de uno.

   Por todo ello, quisieron que su inversión no quedara en vano y decidieron hacerse publicidad en el telón del teatro. En concreto, encargaron una pintura llamada 'Vistas y alegorías de la ciudad de Chinchón' en la que, además de promocionar el municipio, queda reflejada esa tradición cosechera. Este edificio recibe asimismo el nombre de Lope de Vega, porque el dramaturgo escribió y firmó en la villa la comedia 'El Blasón de los Chaves de Villalba', durante una estancia en el Palacio de los Condes de Chinchón.

   Encerrados entre sus empinadas calles y su plaza, los tesoros de Chinchón reflejan el legado de sus habitantes en una ciudad, que guarda la historia y el patrimonio cultural como si el tiempo se hubiese detenido. Y es que la mayor 'dote' de Chinchón resultó ser su gente.

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