Para proteger Sevilla, con el chouvinismo no basta

Publicado: 20/10/2015
Hace unos días que leí en prensa que una constructora había sido sancionada por haber demolido un edificio sin haber conservado la fachada, tal y como indicaba la licencia de obras que le había sido concedida...
Hace unos días que leí en prensa que una constructora había sido sancionada por haber demolido un edificio sin haber conservado la fachada, tal y como indicaba la licencia de obras que le había sido concedida. La noticia no me sorprendió. He vivido aquí la mayor parte de mi vida, y por ello estoy ya acostumbrado a ver cómo nuestro patrimonio es maltratado continuamente por constructores sin miramientos.  Aun así, al seguir leyendo, he de reconocer que quedé pasmado al descubrir que los responsables  -la sociedad Vcatrasa S.L, que se sepa el nombre al menos- , van a hacer frente por su osadía a una irrisoria multa de poco más de cuatro mil euros, cuando resulta que el simple hecho de haber mantenido la fachada le habría resultado más costoso.

Sabido por todos es que Sevilla es la ciudad chouvinista por excelencia, y por eso hay cosas que no logro comprender. No puedo asimilar cómo una ciudad que se vanagloria catetamente de su pasado, y que es capaz de montar en cólera por cualquier cambio en su casco histórico -recuerden la que se lió con las Setas-, es tan permisible en sus leyes sobre conservación patrimonial. La finca ultrajada, ubicada en la calle Puñonrostro, se situaba en un lienzo "emergente" de la muralla islámica que rodeaba la ciudad, y eso sólo, debía haber bastado para que las autoridades hubiesen sido especialmente escrupulosas en la vigilancia de las obras, del mismo modo que lo son con los bares de la zona que no respetan las ordenanzas sobre ruidos. Pero no fue así, y ahora llegan las lamentaciones por haber perdido parte de nuestra ciudad.

A veces me pregunto si en realidad merecemos la ciudad que tenemos. Y es que, por muy chovinista que sea el sevillano, el hecho de que nuestra ciudad haya conservado gran parte de sus edificios, no es fruto de nuestra sevillanía; como tampoco lo es de nuestra responsabilidad, o de nuestra conciencia histórica y patrimonial. Fue la ausencia de una planificación urbanística durante el XIX, lo que conllevó el mantenimiento de los viejos edificios. Estos, fueron subdivididos hasta el infinito por caseros inmorales que se aprovechaban de la escasez de vivienda cobrando precios abusivos por cuartuchos infectos, provocando una tragedia que, sin embargo, permitió que conservásemos gran parte de nuestra ciudad.

En definitiva, creo firmemente que en vez de presumir tanto de ciudad, al sevillano no le vendría mal empezar a defender su patrimonio, un patrimonio siempre en riesgo por culpa de constructores desalmados que actúan impunemente sin que nadie diga nada. Nadie, ni ayuntamiento, ni Junta, ni Estado central,  y ni tan siquiera ya la conocida Asociación en Defensa del Patrimonio, algunos de cuyos responsables, parecen más preocupados por atacar la Ley de Memoria Histórica que por defender a nuestra ciudad.

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