La nueva presidenta del parlamento de Cataluña dio el grito de guerra: ¡Visca la Republica Catalana! Los partidos independentistas se preparan para la secesión. El gobierno español, tras consultar con la oposición, ha contestado. . El buscado choque de trenes ya llegó. Nadie sabe lo que va a pasar en las próximas semanas y meses. Los independentistas siguen con su osadía hacia adelante. Quien no lo quiera entender es necio. Lo probable es que todas las grandes decisiones se trasladarán íntegras a los próximos gobiernos español y catalán salidos de las elecciones y se puede convertir en el eje de la campaña electoral.
Es evidente que las derechas catalana y española, enfangadas hasta los ojos en casos de corrupción, nos han llevado a un camino que tiene difícil salida. El panorama es malo para Cataluña y para España. El gobierno español –cualquiera que sea- no puede dejar que la Generalitat de Cataluña segregue Cataluña y deje como españoles a extinguir a millones de ciudadanos en Cataluña. Tampoco puede permitir que la principal vía de comunicación terrestre con la Unión Europea o el aeropuerto y el puerto de Barcelona –por donde salen y entran turistas y mercancías de y para toda España- esté a merced de decisiones unilaterales de los antiguos nacionalistas, luego soberanistas y ahora independentistas. Los independentistas –crecidos, engreídos y con una venda en los ojos- es evidente que no van a cesar en las provocaciones y el inicio del proceso está aquí, coincidiendo con una pestilente corrupción.
La política ha estado ausente clamorosamente. La única solución política es dividir con propuestas de altura al hasta ahora compacto bloque soberanista, pero el gobierno no ha ofrecido en los últimos cuatro años nada que no sea recitar la Constitución y dejar hacer. Así el problema se ha enquistado. Fue más contundente el gobierno socialista con los controladores que el popular con los secesionistas. “La Unión es más antigua que la Constitución” clamaba Abraham Lincoln para los Estados Unidos. También en el caso de España. Unir a la opinión pública catalana va a costar años, a pesar del absoluto aislamiento internacional de los secesionistas. De las otras soluciones, mejor ni hablar. No son soluciones.
En román paladino
República Catalana
Fue más contundente el gobierno socialista con los controladores que el popular con los secesionistas
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