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05/05/2024  

Gente, lugares y tradiciones

Mansión para los patriarcas resucitados

Situada en un paradisíaco entorno, se edificó en San Diego, California, entre 1929 y 1930, justamente cuando comenzaba la Gran Depresión

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En 1920 el presidente de la Sociedad Bíblica Watch Tower, Joseph F. Rutherford, que dirigía en aquel tiempo a los Estudiantes Internacionales de la Biblia -de los que en 1931 el resto de los que no abandonaron el movimiento (tan solo el 27%) surgió bajo la denominación de Testigos de Jehová-, editó el folleto titulado ‘Millones que ahora viven no morirán jamás’, del que se distribuyeron millones de ejemplares en los Estados Unidos. En la página 90 se lee: ‘Podemos esperar confiadamente que el año 1925 marque el retorno de Abrahán, Isaac, Jacob y los fieles profetas de la antigüedad’.

A través de dicha información impresa, así como de las interminables conferencias que se daban por todo el territorio norteamericano, Rutherford afirmaba que, según la Biblia, para 1925 no solamente resucitarían los antiguos patriarcas de Israel, sino que a continuación vendría Jesucristo en la batalla del Armagedón, por lo que, desde su punto de vista, era evidente que millones que entonces vivían pasarían con vida al nuevo orden paradisíaco que se establecería en la Tierra, lo que significaba que no tendrían que morir.

Transcurrió 1925 y los patriarcas no resucitaron. Tampoco vino el Armagedón y Rutherford declaró textualmente que ‘había hecho el asno’. Y aunque para la Conmemoración de la muerte del Señor de 1927 había abandonado las filas más del 70% de los Estudiantes de la Biblia, como se deduce del Anuario de la Watch Tower de 1928, Rutherford continuó con la idea de que los patriarcas resucitarían. Así consiguió que sus adeptos aportaran 25.000 dólares, toda una fortuna en aquel tiempo, para construir una mansión donde pudieran alojarse los patriarcas resucitados, los cuales habrían de ser príncipes en la nueva Tierra convertida en paraíso.

La mansión, en un maravilloso entorno, se edificó en San Diego, California, entre 1929 y 1930, justamente cuando comenzaba la Gran Depresión que empobreció a tantos millones de personas. De aspecto señorial, la mansión recibió el nombre de Beth Sarim o ‘Casa de los Príncipes’. En tanto resucitaban los patriarcas, el propio Rutherford la ocupó, dado que el clima del lugar le era apropiado para la dolencia que padecía desde que más de una década atrás estuvo recluído en la prisión federal de Atlanta. La ocupación de la casa por Rutherford obedecía a lo registrado en la escritura de propiedad, que decía: ‘Joseph F. Rutherford tendrá el derecho y privilegio de residir en dicha casa hasta que la misma sea tomada a la llegada de David o alguno de los otros hombres citados’.

Rodeada de árboles frutales, la mansión contaba con lo más sofisticado de la época, tanto en materiales como en mobiliario. En el garaje se estacionaba, a disposición de los ilustres personajes que habrían de resucitar, un majestuoso automóvil Ford de 16 cilindros, cuyo costo se estimaba en más de 6.000 dólares y que solamente podían adquirir los millonarios del momento. Rutherford poseía otro Cadillac idéntico en Nueva York.    

El periódico SOL de San Diego notificaba del acontecimiento en una entrevista a Rutherford. El periodista le preguntaba que cómo iba a reconocer, por ejemplo, al rey David resucitado. Rutherford le respondió que eso no era problema, ya que sus hombres estaban divinamente autorizados para reconocer al rey David de entre los impostores que se les ocurriese merodear por la casa. De hecho poco después un indigente harapiento se presentó afirmando que era el rey David resucitado; pero fue expulsado del lugar sin contemplaciones.    

    Algunos prominentes Testigos de Jehová afirman que la mansión de Beth Sarim no fue construída para los patriarcas y que esa idea es producto de periodistas y detractores. Pero en el libro ‘Salvación’, que editó en 1939 la Watch Tower, se lee: ‘En San Diego, California… hay un pequeño terreno, en el cual, en el año de 1929, se edificó una casa que se conoce como Beth-Sarim. Y las páginas 323 y 324 aclaran: ‘El propósito de adquirir esa propiedad y edificar esa casa fue el de que hubiera una prueba tangible de que en efecto hay en la tierra quienes firmemente creen… que los fieles de la antigüedad pronto serán resucitados por el Señor, estarán en la tierra y tomarán a su cargo los asuntos visibles de ella’.  

Los patriarcas jamás se presentaron y Rutherford pasó largas temporadas en Beth Sarim, particularmente los inviernos, los cuales no podía soportar en Nueva York. En esa misma mansión falleció el 8 de Enero de 1942. En su testamento dejó escrito que se le enterrase en la misma Beth Sarim. Sin embargo las autoridades denegaron vez tras vez el permiso de enterramiento en la finca y Rutherford permaneció largo tiempo (tal vez meses) conservado en una nevera de hielo, mientras se tramitaba el permiso.

A finales de Abril de aquel año la Watch Tower afirmó en su medio de comunicación oficial que Rutherford había sido enterrado en Staten Island, en el terreno donde los Estudiantes de la Biblia tuvieron la radio. Sin embargo aquel terreno ya no era propiedad de la Watch Tower y por lo tanto mal pudieron enterrarlo allí. El lugar aludido es un antiguo cementerio contiguo a una iglesia metodista y las lápidas existentes son tan antiguas que se hallan borradas.

Desde antes de iniciarse el siglo XX ya no se enterraba a nadie allí, pues era lo preceptivo realizar los enterramientos en los cementerios locales. No existe lápida alguna que identifique que bajo ella está sepultado Rutherford, como tampoco hay lápidas que identifiquen los supuestos sepulcros de los miembros de la Watch Tower de los que se afirma que están allí enterrados y que murieron antes de mediados del siglo XX. Sencillamente, en el antiguo terreno de la radio no hay más sepulcros que los de la iglesia metodista que allí se levanta.  

Se sospecha que Rutherford fue enterrado en secreto en Beth Sarim y por eso no existe una tumba que lo demuestre. De todas maneras resulta extraño que, mientras que el primer presidente de la Watch Tower, Charles T. Russell, fue enterrado con todos los honores en 1916 y su tumba continúa perfectamente identificada (y con una monumental pirámide de granito a su lado), de Rutherford no se sepa dónde está sepultado. Pero si él decidió ser enterrado en Beth Sarim, en Beth Sarim ha de estar enterrado. Por cierto, la mansión aún se levanta en el lugar, como fiel testigo de las creencias de un hombre, que no de una organización, que pensaba que los patriarcas iban a resucitar para tomar el control de la Tierra.  

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