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¿Se avergüenza Gonzalo Urquijo de presidir Abengoa?

El primer directivo de la compañía prefiere presentarse como presidente de Arcelor, ya lo ha hecho dos veces en menos de un mes en dos medios de comunicación

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  • Gonzalo Urquijo preside Abengoa y Arcelor -

Hace sólo dos años, a inicios del ejercicio 2015, ser el presidente de Abengoa significaba ocupar el cargo de mayor relevancia en el sector privado andaluz. Felipe Benjumea ocupaba ese cargo. Hoy, quién se lo iba a decir a Felipe o incluso a su padre y fundador de la empresa -Javier-, presidirla parece más motivo de vergüenza que de orgullo.

Gonzalo Urquijo, el directivo que Banco Santander ha impuesto como presidente ejecutivo de la empresa andaluza, no parece querer darse pábulo alguno por ello. En el último mes, y en dos ocasiones distintas, se ha presentado como presidente del grupo  indio ArcelorMittal en España y no como presidente de Abengoa. Ha sido en dos participaciones de Urquijo como alto directivo español en sendos trabajos periodístiticos en los diarios Expansión y Abc. Es decir, no en cualquier medio.

Visto desde Andalucía, la sorpresa es mayúscula, y da qué pensar sobre el verdadero compromiso de Urquijo con el futuro de la empresa. Está claro: hasta el 28 de febrero Abengoa no estará salvada del concurso de acreedores y el dinero sigue sin llegar porque los bancos y los fondos siguen esperando que se cumplan todas las condiciones para ello.

Por eso, el directivo del que internamente se comenta que atesora grandes dosis de soberbia, pero aliñadas con un enciclopédico desconocimiento del negocio de la empresa, prefiere seguir refugiado en su cargo al frente de Arcelor. Y ello pese a que en Abengoa cobra un millón de euros, un 42% más que su antecesor (Antonio Fornieles), y la misma cifra que cobraba Benjumea como sueldo fijo, por cierto. Quizá debería de ser más agradecido.

Más en general, este gesto del presidente no queriendo mostrarse como tal manda otro pésimo mensaje (más) a la achicharrada plantilla. Esta sigue encadenando EREs y Ertes desde hace casi un año; ve cómo los directivos que formaron parte de la cúpula que casi se lleva por delante la empresa siguen en sus cargos o asumen otros (los que no se han ido, claro); y observa encima como su presidente no parece querer ser tal.

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