Entre la memoria y la leyenda, la diseñadora Coco Chanel (1899-1988) asoma al siglo XXI con la pujanza de un legado que trascendió el ámbito de la moda y se contagió, entre otros ámbitos, de un arte al que dio a las a través de diseños y formas como los que se pueden ver desde hoy en Valladolid.
Vestidos largos con gasa, sandalias de tela con estampado, zapatos con perlas en el empeine y también en el tacón reflejan la fusión de arte y moda que inspiró a Chanel su relación con algunos de los principales representantes de las vanguardias como Pablo Picasso, Salvador Dalí y Jean Cocteau.
Con aroma a Belle Époque, la exposición "Cocó y el arte", inaugurada hoy en Valladolid, expresa esa simbiosis gestada en la mente de una revolucionaria que obró el milagro de incorporar a la alta costura una ropa informal y cómoda sin menoscabo de la elegancia y de la distinción propias de la alta costura.
La relación de la diseñadora francesa con las vanguardias del siglo XX "es muy poco conocida", cegada por el fulgor de las ropas, bolsos, sombreros, perfumes y joyas que le procuraron fama a esta empresaria que equiparó la moda, en su génesis y naturaleza, con la arquitectura, en el terreno de las proporciones, y las artes, en el campo de la estética.
"La moda es un mundo que siempre ha tenido en cuenta a las artes, hoy más que nunca, en especial para las relaciones públicas", ha analizado Jean Marie del Moral, miembro del patronato de la Fundación Apel-es Fenosa, que ha cedido las piezas de esta exposición en Valladolid, donde permanecerán hasta el 27 de agosto.
Fotografías de Man Ray con retratos de Chanel, esculturas y pinturas de Salvador Dalí, dibujos de Jean Cocteau, litografías y grabados de Pablo Picasso, y óleos de Óscar Domínguez, figuran entre los fondos de este muestrario como exponente de la "necesidad mutua" entre el diseño y el arte que Chanel elevó a su máxima expresión.
Por esta razón, el legado de la creadora francesa "no ha perdido vigencia en la sociedad del último siglo", ha apuntado por su parte Juan González Posada, coordinador de exposiciones del Ayuntamiento de Valladolid.
Chanel, fiel a su concepto de revolución, rompió moldes al penetrar en un mundo selecto, al proponer la moda como un escaparate para las vanguardias, y de esa relación surgió un vínculo que utilizó para sus creaciones con la máxima del estilo como garantía de perpetuidad.
"Para ser irremplazable, uno debe buscar ser siempre diferente", advirtió Chanel en una de sus conocidas frases que luce en las paredes de la antigua iglesia de La Pasión, donde se encuentra la exposición.
Genio, talento, osadía y conocimiento conjugó la célebre diseñadora francesa, a quien dos españoles introdujeron en el ámbito de las artes: el escultor Apel-les Fenosa y el pintor José María Sert.
Fue en el París de los años veinte del pasado siglo XX, en el estertor de la Belle Époque, que los historiadores limitan entre la guerra franco-prusiana (1870) y el final de la I Guerra Mundial (1918).
Del hospicio a las alfombras aristócratas, palacios y hoteles más refinados, Chanel protagonizó una vida de misterio donde flotan amores clandestinos, colaboraciones con el régimen nazi y una obra que ha resistido el paso del tiempo, también desde el genio.