Hace más de dos años que se creó en nuestra ciudad la mesa de las personas refugiadas. Esta no era una medida aislada, venía para intentar dar respuesta a un problema acuciante: la llegada masiva de personas que buscan pisar nuestra tierra con la única esperanza de poder al menos vivir dignamente y aquellas que buscan salir de sus países por las constantes e intolerables guerras.
El Puerto fue declarado “Ciudad Refugio” por el Pleno del Ayuntamiento, por ello, se colgó un cartel grande que así lo anunciaba en el propio edificio de la Plaza Isaac Peral. Pero esta misma semana, llegó a nuestra ciudad lo que parecía que no iba a llegar, lo que sirvió para poner en evidencia la incapacidad política de nuestros gobernantes para mostrar una implicación real por esta problemática y para hacer realidad ese cartel de “Ciudad Refugio” que cuelga de nuestro Ayuntamiento.
Veintitrés personas que habían llegado horas antes a Tarifa, sin más pertenencias que la ropa que llevaban puesta, fueron llevadas a la comisaría de la Policía Nacional de nuestra ciudad para 72h después ser soltadas por las calles de El Puerto sin rumbo. Veintitrés personas que llevaban semanas arriesgando su vida en mar abierto con el único fin de poder sobrevivir, lo que supongo que no esperaban es que llegaban a un país corrompido por un sistema y una clase política corrupta que únicamente tiene sus miras en las ansias de poder, arrasando para ello con todo cuanto se ponga por delante.
En un primer momento, tuvieron, podría decirse que la suerte, de encontrar el centro de emergencia Anydes. Pero como era obvio, el centro estaba casi completo y allí, en las inmediaciones de la entrada pasaron el día entero. En el trasiego de cámaras para cubrir la noticia se evidenció lo esperado, el Concejal socialista de Policía Local y Bienestar Social, Ángel González, se preocupaba por atender a los medios y el teléfono, mientras las personas de las asociaciones y los colectivos que se habían desplazado hasta allí se encargaban de atender HUMANAMENTE a los y las inmigrantes, porque, aunque no hablasen nuestro idioma querían saber qué estaba pasando con ellos. Gracias a los compañeros y compañeras traductoras que se acercaron pudimos tranquilizarlas. Como siempre, la voluntariedad y la implicación de las personas cubriendo la dejadez e incapacidad de los gobernantes.
Pasaban las horas y pocas respuestas había con forma de solución, hasta que por fin se decidió abrir el pabellón deportivo para que pudiesen dormir. Agua, mantas, medicinas, lo más básico, aportado por las personas que se habían preocupado de atender esa parte humanitaria que estaba quedando desierta, esa parte a la que no se le da respuesta atendiendo a los medios de comunicación ni echándose fotos. Pocas horas pasaron en nuestra ciudad, ya que al día siguiente por la tarde los trasladaron a Cádiz a instancia de nuestro gobierno municipal.
Y es que, detrás de cada una de esas personas había una historia de vida admirable, de sufrimiento, de resistencia, de supervivencia en este mundo hostil y violento. Noaka y Godé, son solo algunos nombres de los que he aprendido el valor de la vida. Godé es una mujer de Costa de Marfil, una mujer que cruzó sola el estrecho buscando a su familia en Bélgica. Ella se llevó junto con otra mujer toda la noche deambulando sola por las calles de El Puerto porque la soltaron de comisaría a las 11 de la noche y llegó a Anydes el segundo día. Con Godé ni siquiera alguien habló para preguntarle si necesitaba algo. Una mujer que gracias a la labor de un colectivo social se marchó de nuestra ciudad llorando de emoción y con la alegría reflejada en su cara, por el simple hecho de que tenía un teléfono móvil para poder contactar con su marido.
No me cabe duda de que el sistema actual está hecho para mantener las desigualdades entre las personas, para que sigamos siendo seres humanos de primera, segunda o tercera según nuestra etnia, nuestro género o nuestra clase social. El sistema está diseñado para que la vida de muchos no valga nada y para que las atenciones humanitarias y la dejadez e indiferencia política siga cubriéndose con la buena voluntad y disponibilidad de los militantes de los colectivos. Y ahora el gobierno municipal, que sigan convocando la mesa de los refugiados y dejen el cartel en el Ayuntamiento.
Irene Arana González, activista de Levantemos El Puerto.