?Quería reencontrarme con mi pueblo y siento que lo he conseguido?
Josefa Feria Martín. Pregonera de las Fiestas de San Roque
Aún le dura la ilusión y la satisfacción de haber sido la pregonera de las fiestas de su pueblo. Se planteó como un reto el ofrecimiento que el consistorio le hizo cuando la elegieron pregonera y siente no haber decepcionado a los olontenses. Josefa Feria cuenta su experiencia y recuerda los momentos más emocionantes desde que supo que sería la encargada de abrir las fiestas de San Roque 2009.
¿Cómo se siente al haber sido elegida pregonera de las fiestas?¿Qué pensó cuando se lo comunicaron?
–Tuve un sentimiento contradictorio. Por un lado, era todo un honor el que hubieran pensado en mí para dar el pregón de las fiestas, pero por otro era todo un reto que requería un alto grado de compromiso. Tenía que hacerlo muy bien porque un pregón no puede llenarse con palabras banales, sino con fundamento y con sentimiento; hay que excavar para buscar los contenidos y contarle a los vecinos una historia que les pudiera interesar.
Definitivamente fue toda una alegría y un honor que los miembros de la corporación, muchos de ellos de mi generación, hubieran pensado en mi para este momento tan importante de las fiestas patronales.
En el pregón, ¿qué quería transmitir a los olontenses?
–Con el pregón, quería reencontrarme con mi pueblo. Yo nací y crecí en Gibraleón hasta que me marché hace 34 años, en 1975. Aquí pasé los primeros 18 años de mi vida, fui al colegio y me crié en sus calles, por lo que me siento olontense.
Desde que me marché no es que me haya desvinculado por completo del pueblo, ya que en estos años he venido a las fiestas y a visitar a buenos amigos que siguen viviendo aqui. Pero quería volver a sacar todo ese sentimiento que tengo por mi pueblo y quería reencontrarme con él y que él se reencontrara conmigo.
Por eso quería decirle a todos los vecinos que yo soy de Gibraleón y quería que ellos me vieran como una más, que me sintieran como suya. Porque aunque mi familia sea de Villablanca, en mi carné de identidad pone que soy de Gibraleón y de aqui es de donde me siento.
¿En qué te inspiraste para elaborar el contenido del Pregón?
–La inspiración la encontré en mis recuerdos de la niñez. Buceé dentro de mi y realicé un repaso de mi vida, de aquéllos primeros años que pasé entre estas calles. Me tomé a mi misma como excusa para, a partir de ahí, relatar historias en las que aparecen personas que convivieron conmigo y que están en esos recuerdos que aún perviven.
También hice un recorrido breve por el patrimonio Histórico-artístico de la localidad que es uno de los tesoros más importantes que tiene Gibraleón. Era indispensable nombrar el convento del Carmen y del Vado y el Castillo, porque son parte de este pueblo y la gente lo siente como suyo.
Pero no me detuve demasiado en estas cuestiones. Para mí los más importante era la memoria inmaterial del pueblo, las personas comunes, las que van dejando esos monumentos a lo largo del tiempo, las que dejan como herencia sus vivencias y su forma de vivir. Todas esas cosas, tanto o más que los monumentos, son las que conforman la idiosincrasia de una comunidad, la identidad común, la historia de ese pueblo. Y todo eso era lo que pretendía recoger en el pregón, a través de mi vivencas personales y de mis recuerdos, a través de personas que aún viven y de otras que ya no están y cuyas obras han hecho posible un Gibraleón como hoy lo conocemos.
¿Te llevas algún recuerdo especial de la noche del pregón? ¿Hay algún recuerdo concreto que te haya emocionado?
–Me llevo el haber conectado con la gente, con el público que estaba escuchando el pregón atentamente. Siento que he llegado a sus corazones y de ellos he recibido el reconocimiento y el afecto y el hecho de que me hayan reconocido como suya, como una más del pueblo y yo el haberme reencontrado con ellos, porque ese era mi objetivo, eso era lo que pretendía en este pregón.
Hubo también otro momento especial y fue al terminar el acto, cuando varias personas mayores se me acercaron y se abrazaron a mi emocionadas. Ellos habían conocido a mi padre, que fue médico en la localidad y que es muy querido y recordado y es realmente el centro de esta historia.
Mi padre batalló contra la miseria de aquella época y vivió situaciones muy difíciles que ayudó a solucionar. Aún hoy muchas personas mayores lo recuerdan y cuando se acercaron para saludarme se emocionaron rememorando algún momento en el que mi padre les ayudó, en alguna situación difícil, porque a algunos incluso les salvó la vida. Muchas personas cuando me ven a mi, ven también a mi padre. Ese momento fue muy emotivo.
Y por otro lado, el cariño y el recuerdo que han tenido hacia mi miembros de la corporación, muchos de ellos de mi generación y amigos de juventud y el hecho de que hayan pensado en mi para este momento, no deja de ser una satisfacción y un reconocimiento.
¿Cuáles son los recuerdos que tienes de tu niñez de las fiestas de Gibralon? ¿Recuerdas alguna anécdota?
–Para mi la Feria de San Lucas siempre será una de las mejores fiestas de la provincia, por lo magnífica que es y por lo bien organizada que está. Es de las fiestas que más me gustan, tanto de día como de noche, y el encanto del Real que se levanta en la calle Palo Dulce...
Recuerdo siempre de mi infancia aquellas cunitas y también los numerosos puestos que se extendían por las calles. Había uno en concreto, de un moro que vendía pinchitos. A mi me encantaban los pinchitos pero mi padre no nos dejaba que los comprásemos porque decía que nos pondríamos enfermos de la barriga si comíamos esas cosas, entonces me escapaba para ir a comerlos a escondidas... También me encantaban los puestos de fruta, de los que había una gran variedad.
Y por supuesto recuerdo con mucho cariño San Isidro, aunque cuando yo vivía aquí, las fiestas se desarrollaban de manera distinta, porque cuando yo era pequeña, la procesión era más austera y no duraba dos días como ahora, sino que sólo pasaba por las calles de los hermanos mayores. Recuerdo que en frente de mi casa había una panadería y que tiraban las roscas y el pan. Era otra de las fiestas que me gustaban, aunque para mi la reina de las fiestas, por el cariño con el que la recuerdo, es la Feria de San Lucas.
¿Qué es lo que más te alegra ver cuando vuelves a Gibraleón?
–Me alegra mucho ver que es un pueblo próspero, como siempre lo ha sido, gracias a sus fértiles campos. Ver que es un pueblo vitalista, en movimiento, y que posee tanto un valioso patrimonio histórico y cultural como unas magníficas fiestas que son perfectas para pasarlo bien, divertirse y echar un buen rato.
¿Cómo se siente al haber sido elegida pregonera de las fiestas?¿Qué pensó cuando se lo comunicaron?
–Tuve un sentimiento contradictorio. Por un lado, era todo un honor el que hubieran pensado en mí para dar el pregón de las fiestas, pero por otro era todo un reto que requería un alto grado de compromiso. Tenía que hacerlo muy bien porque un pregón no puede llenarse con palabras banales, sino con fundamento y con sentimiento; hay que excavar para buscar los contenidos y contarle a los vecinos una historia que les pudiera interesar.
Definitivamente fue toda una alegría y un honor que los miembros de la corporación, muchos de ellos de mi generación, hubieran pensado en mi para este momento tan importante de las fiestas patronales.
En el pregón, ¿qué quería transmitir a los olontenses?
–Con el pregón, quería reencontrarme con mi pueblo. Yo nací y crecí en Gibraleón hasta que me marché hace 34 años, en 1975. Aquí pasé los primeros 18 años de mi vida, fui al colegio y me crié en sus calles, por lo que me siento olontense.
Desde que me marché no es que me haya desvinculado por completo del pueblo, ya que en estos años he venido a las fiestas y a visitar a buenos amigos que siguen viviendo aqui. Pero quería volver a sacar todo ese sentimiento que tengo por mi pueblo y quería reencontrarme con él y que él se reencontrara conmigo.
Por eso quería decirle a todos los vecinos que yo soy de Gibraleón y quería que ellos me vieran como una más, que me sintieran como suya. Porque aunque mi familia sea de Villablanca, en mi carné de identidad pone que soy de Gibraleón y de aqui es de donde me siento.
¿En qué te inspiraste para elaborar el contenido del Pregón?
–La inspiración la encontré en mis recuerdos de la niñez. Buceé dentro de mi y realicé un repaso de mi vida, de aquéllos primeros años que pasé entre estas calles. Me tomé a mi misma como excusa para, a partir de ahí, relatar historias en las que aparecen personas que convivieron conmigo y que están en esos recuerdos que aún perviven.
También hice un recorrido breve por el patrimonio Histórico-artístico de la localidad que es uno de los tesoros más importantes que tiene Gibraleón. Era indispensable nombrar el convento del Carmen y del Vado y el Castillo, porque son parte de este pueblo y la gente lo siente como suyo.
Pero no me detuve demasiado en estas cuestiones. Para mí los más importante era la memoria inmaterial del pueblo, las personas comunes, las que van dejando esos monumentos a lo largo del tiempo, las que dejan como herencia sus vivencias y su forma de vivir. Todas esas cosas, tanto o más que los monumentos, son las que conforman la idiosincrasia de una comunidad, la identidad común, la historia de ese pueblo. Y todo eso era lo que pretendía recoger en el pregón, a través de mi vivencas personales y de mis recuerdos, a través de personas que aún viven y de otras que ya no están y cuyas obras han hecho posible un Gibraleón como hoy lo conocemos.
¿Te llevas algún recuerdo especial de la noche del pregón? ¿Hay algún recuerdo concreto que te haya emocionado?
–Me llevo el haber conectado con la gente, con el público que estaba escuchando el pregón atentamente. Siento que he llegado a sus corazones y de ellos he recibido el reconocimiento y el afecto y el hecho de que me hayan reconocido como suya, como una más del pueblo y yo el haberme reencontrado con ellos, porque ese era mi objetivo, eso era lo que pretendía en este pregón.
Hubo también otro momento especial y fue al terminar el acto, cuando varias personas mayores se me acercaron y se abrazaron a mi emocionadas. Ellos habían conocido a mi padre, que fue médico en la localidad y que es muy querido y recordado y es realmente el centro de esta historia.
Mi padre batalló contra la miseria de aquella época y vivió situaciones muy difíciles que ayudó a solucionar. Aún hoy muchas personas mayores lo recuerdan y cuando se acercaron para saludarme se emocionaron rememorando algún momento en el que mi padre les ayudó, en alguna situación difícil, porque a algunos incluso les salvó la vida. Muchas personas cuando me ven a mi, ven también a mi padre. Ese momento fue muy emotivo.
Y por otro lado, el cariño y el recuerdo que han tenido hacia mi miembros de la corporación, muchos de ellos de mi generación y amigos de juventud y el hecho de que hayan pensado en mi para este momento, no deja de ser una satisfacción y un reconocimiento.
¿Cuáles son los recuerdos que tienes de tu niñez de las fiestas de Gibralon? ¿Recuerdas alguna anécdota?
–Para mi la Feria de San Lucas siempre será una de las mejores fiestas de la provincia, por lo magnífica que es y por lo bien organizada que está. Es de las fiestas que más me gustan, tanto de día como de noche, y el encanto del Real que se levanta en la calle Palo Dulce...
Recuerdo siempre de mi infancia aquellas cunitas y también los numerosos puestos que se extendían por las calles. Había uno en concreto, de un moro que vendía pinchitos. A mi me encantaban los pinchitos pero mi padre no nos dejaba que los comprásemos porque decía que nos pondríamos enfermos de la barriga si comíamos esas cosas, entonces me escapaba para ir a comerlos a escondidas... También me encantaban los puestos de fruta, de los que había una gran variedad.
Y por supuesto recuerdo con mucho cariño San Isidro, aunque cuando yo vivía aquí, las fiestas se desarrollaban de manera distinta, porque cuando yo era pequeña, la procesión era más austera y no duraba dos días como ahora, sino que sólo pasaba por las calles de los hermanos mayores. Recuerdo que en frente de mi casa había una panadería y que tiraban las roscas y el pan. Era otra de las fiestas que me gustaban, aunque para mi la reina de las fiestas, por el cariño con el que la recuerdo, es la Feria de San Lucas.
¿Qué es lo que más te alegra ver cuando vuelves a Gibraleón?
–Me alegra mucho ver que es un pueblo próspero, como siempre lo ha sido, gracias a sus fértiles campos. Ver que es un pueblo vitalista, en movimiento, y que posee tanto un valioso patrimonio histórico y cultural como unas magníficas fiestas que son perfectas para pasarlo bien, divertirse y echar un buen rato.
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