Hace poco más de medio año eran socios bien avenidos, una pareja de las unidos hasta que la muerte los separe, y hoy literalmente se tiran los muertos a la cabeza. La degradación de las relaciones entre PSOE y Cs en Andalucía vivió ayer un nuevo y bronco capítulo, en el que ambas formaciones se culparon mutuamente de las personas que fallecen esperando una ayuda de dependencia.
El nivel del debate ya da cuenta de la tensión entre ambos partidos. El PSOE todavía respira por la herida del desplante de Cs, que desde la campaña de las autonómicas rompió todos los puentes como si en el otro lado del río estuviese el mismísimo demonio, y los naranjas se han convertido en el principal azote de los socialistas en el Parlamento, hasta el punto de que poco menos le hacen la oposición sin disimulo.
El detonante ahora ha sido que la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz (Cs), anunciara el miércoles que en los tres últimos años fallecieron 27.658 personas esperando una ayuda de dependencia. Ruiz dio una de cal y otra de arena: por un lado, criticó la “gestión ineficaz” del PSOE, y por otro pidió “sacar de la confrontación política” esta cuestión porque lo contrario no sería “ni ético ni moral”.
Al cuello
Y precisamente de eso, de falta de ética y moral, acusó el PSOE a la consejera y, por extensión, a Cs y al Gobierno. El portavoz parlamentario socialista, Mario Jiménez, criticó la estrategia “indecente” del Ejecutivo: plantear que a un gobierno se le “mueren los dependientes” es una “desvergüenza” y significa hacer “política funeraria”. Si nos ponemos así, dijo, las 1.800 personas que han fallecido en los últimos dos meses y medio ya son “responsabilidad” de PP y Cs.
El guante de sacar la dependencia de la guerra política tampoco lo recogió ni el propio partido de la consejera, que también habló a través de su portavoz parlamentario, Sergio Romero, para ahondar en la herida. Romero no ahorró adjetivos dramáticos, al considerar “escalofriante y abrumador que haya muerto un andaluz a la hora” esperando su ayuda.
Una polémica desagradable y falta de miras que viene a ser la muestra más desgarrada de la colisión de dos partidos que ayer iban de la mano y que hoy se arrojan, sin rubor, los muertos a la cara con tal de sacar ventaja.