Te has despertado con fiebre y dolor de garganta. Hace un año habrías tomado analgésicos y no le habrías dado mayor importancia, pero hoy saltan las alarmas: ¿será gripe... o COVID?
Con el frío llegan los resfriados y las gripes, con síntomas que pueden confundirse con los de la COVID-19, por lo que en un sistema sanitario colapsado por la pandemia el diagnóstico es crucial.
Este año, el adelanto de la campaña de vacunación contra la gripe y los test PCR son la única forma de quitar presión a hospitales y centros de salud.
¿QUÉ SÍNTOMAS COMPARTEN?
El virus de la influenza (gripe) y el SARS-CoV-2 (COVID-19) provocan enfermedades respiratorias y algunos de sus síntomas más característicos son similares: fiebre, tos, fatiga, dificultad para respirar, dolor de garganta, mucosidad nasal, dolor muscular y de cabeza.
PÉRDIDA DE GUSTO Y OLFATO, ERUPCIONES, DIARREA: COVID-19
Hay otros signos de la COVID-19 que no presentan los enfermos de gripe, como la pérdida del gusto o el olfato, erupciones cutáneas o cambios de color en los dedos de las manos o los pies.
Se trata de síntomas leves y que comienzan gradualmente, mientras que normalmente es la fiebre y la tos lo primero que experimenta el infectado por el nuevo coronavirus.
Los enfermos de COVID-19 también pueden tener diarrea, algo que los niños que cogen la gripe también pueden sufrir.
A diferencia de esta última, la infección causada por el coronavirus puede evolucionar rápidamente “a problemas respiratorios serios”, lo que obliga a evaluar a los pacientes cada cierto tiempo, precisa a EFE José Ignacio Peis, de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).
De hecho, las personas que tengan fiebre o tos y además respiren con dificultad, sientan dolor u opresión en el pecho o les cueste hablar o moverse tienen que "llamar al médico inmediatamente", avisa la OMS.
¿Y EL RESFRIADO?
Una persona acatarrada tiene congestión nasal, estornudos y puede que fiebre baja y tos, precisa Peis, que coordina el grupo de trabajo de Actividades Preventivas y Salud Pública de SEMERGEN.
Los síntomas del resfriado común, provocado generalmente por rinovirus, se distinguen fácilmente porque son mucho más leves que los de la gripe y la COVID-19 y comienzan de forma más gradual.
COVID-19: MÁS TIEMPO DE INCUBACIÓN Y MÁS CONTAGIOSA
Gripe y COVID-19 se transmiten del mismo modo: a través de gotículas y pequeñas partículas expulsadas con la tos o los estornudos, así como por contacto directo y con superficies.
No obstante, esta enfermedad es más contagiosa entre ciertas poblaciones y grupos de edad que la del virus de la influenza y genera muchos más casos de “superpropagadores”.
Tras el contagio, los signos de la enfermedad se manifiestan antes en un enfermo de gripe (de uno a cuatro días después de haber contraído la infección) que en uno de COVID-19.
En este último caso, la enfermedad se revela en torno al quinto día después del contacto con un infectado, pero este periodo de tiempo puede variar desde dos días después de haber contraído el virus hasta 14.
RECUPERACIÓN Y COMPLICACIONES
Tanto la gripe como el coronavirus pueden provocar complicaciones de gravedad, especialmente en personas mayores, con patologías previas y mujeres embarazadas.
En los niños, sin embargo, la gripe puede causar cuadros más graves que la COVID-19.
Ambas enfermedades pueden evolucionar con complicaciones como neumonía, insuficiencia respiratoria o lesiones cardíacas, insuficiencia multiorgánica, inflamación del corazón, cerebro y tejidos musculares e infecciones bacterianas secundarias.
La gripe suele afectar principalmente a la nariz, la garganta, los bronquios y, ocasionalmente, a los pulmones.
Pero la COVID‑19 es una enfermedad que no solo ataca al sistema respiratorio, sino también al inmunológico y cardiovascular, subraya Peis.
De hecho, algunos de estos pacientes desarrollan coágulos de sangre en pulmones, corazón, piernas o cerebro; y, en el caso de los niños, se han dado casos de síndrome inflamatorio multisistémico.
Los enfermos de gripe se recuperan en una o dos semanas sin necesidad de recibir tratamiento médico, generalmente. En el caso de la COVID-19, una de cada cinco personas acaba presentando un cuadro grave y experimenta dificultades para respirar.
SOLO LA GRIPE TIENE VACUNA
Finalmente, una diferencia clave entre ambas enfermedades es que la gripe tiene vacuna y la COVID-19 todavía no.
Los antivirales para la influenza reducen el riesgo de contraer la enfermedad entre un 32 y un 43 %, según un estudio europeo.
Además de prevenir el contagio, la vacuna tendrá un efecto colateral muy necesario este año: rebajar la presión asistencial y hospitalaria en plena segunda ola de coronavirus.
En 2019, estos antivirales ya evitaron un 26 % de las hospitalizaciones, un 40 % de ingresos en UCI y un 37 % de muertes atribuibles a la gripe, según el Ministerio de Sanidad.
Así, con el objetivo de no comprometer más recursos sanitarios y afrontar la pandemia de coronavirus con más garantías, la campaña de vacunación de la gripe 2020-2021 se ha adelantado a principios de octubre.
"En los próximos meses coexistirán el SARS-Cov 2 y el de la gripe y esto podría tensionar especialmente nuestro sistema sanitario", avisó la secretaria de Estado de Sanidad, Silvia Calzón, a finales de septiembre.
También el presidente de la Asociación Española de Vacunología, Amós García Rojas, subraya que la vacunación "siempre es importante, pero hay contextos en los que aumenta, como en el pandemia actual".
La actual pandemia exige que los grupos vulnerables, como mayores de 60 años, mujeres embarazadas, sanitarios y personas con alguna patología asociada, se vacunen contra la gripe para evitar complicaciones en caso de que contraigan la COVID-19.
Igualmente, la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) recomienda la vacunación universal de la gripe a partir de los seis meses para afinar el diagnóstico de la COVID-19.