A falta de obligación legal y casi de costumbre, lo que puede llevarte a un comportamiento digno, aunque sacrificado, quizá sea el ejemplo de otras personas. En el caso de los
streamers que han trasladado su residencia a Andorra para pagar menos impuestos, por ejemplo, en el reciente caso de El Rubius, que llevaba diez años cotizando sus ganancias en España, por cierta diferencia de edad puedo hablar sobre ellos, y hablarles a ellos, con cierta perspectiva. Cuando yo alcancé edad para votar, este joven todavía se cagaba encima, y lo que le quedaba por contemplar acerca de España puede considerarse la introducción a una resolución lógica.
En España, durante estos últimos 30 años, hemos visto a ministros intercambiar trozos de cuerpos de militares antes de repatriarlos, encubrir desastres ecológicos, entrar en la cárcel por corrupción o por ordenar asesinatos, hemos visto a presidentes autonómicos dejar morir enfermos porque el precio de sus medicamentos era excesivo. Hemos visto robar y admitir sobornos. Destruir ordenadores en los que probablemente había pruebas incriminatorias sobre un partido político entero. Fabricar aeropuertos que no servían para nada más que el enriquecimiento de los empresarios constructores e, indirectamente, de los políticos que ordenaron las obras.
En los últimos 30 meses hemos visto todo tipo de escándalos relacionados con el antiguo Jefe del Estado, al que, por cierto, ni estos chavales ni yo hemos elegido. Lo hemos visto largarse, no para pagar menos impuestos, cosa que ya hacía, sino para no tener que rendir cuentas ante su pueblo. Y lo peor es que hemos visto a medios de prensa defender de uno u otro modo todos los hechos anteriores. Quienes los juzgamos no llegamos ni a la mitad de la mitad de la población, y ni siquiera eso se nota demasiado en las elecciones generales.
En la última semana hemos visto a políticos y militares saltarse la cola de vacunación para salvar el pellejo antes que la población más expuesta o vulnerable, cosa que debe acercarse bastante al techo de la inmundicia humana. No todos los políticos ni personas con altas responsabilidades son así, pero cada vez que nos salga uno que sea así, habrá un periódico o un tertuliano de mierda para defenderlo y, por arrastre, miles y miles de apesebrados hooligans, verdaderos radicales antisistema.
La fuga del Rubius no es una fuga, es un «a mí que me vas a venir a contar». No es que estos chavales no sepan lo que hacen; saben perfectamente que, si alguien secuestra a uno de sus familiares para pedirles un rescate, allí estará la policía española para salvarles el día, no la policía andorrana, y les salvarán el día o se dejarán el pellejo para hacerlo, porque en España no es que no tengamos generosidad y capacidad de sacrificio, es que no se nota. No se nota por culpa de dos docenas de tertulianos y jefes de redacción capaces de defender lo indefendible y cubrir cualquier mierda bajo una alfombra que es de toda la sociedad; la alfombra de la costumbre. Tenemos a dos docenas de tertulianos y jefes de redacción capaces de defender al emérito, a Felipe González, a Rajoy y Donald Trump si hiciera falta. Ante eso, solo me quedan dos cosas que decirle al Rubius: si te dejaras un maletín con pasta olvidado en un taxi, el taxista posiblemente te buscaría para devolvértelo; tu gestoría, lo dudo.
Y, cabrón, te has largado en el peor momento posible, en la peor crisis que recuerdo, y cuando más falta nos hace predicar con el ejemplo.