La presencia de judíos en la Península Ibérica se hace remontar a tiempos del rey Salomón,cuando las naves de Tarsis (Tartesos) llegaban cada tres años cargadas de riquezas a los puertos de Tiro y Sidón.Pero lo cierto es que apenas tenemos noticia de la presencia de judíos en España con anterioridad a la época islámica. Será en este periodo histórico cuando la cultura judaica alcance en al-Andalus su momento de mayor esplendor en los casi mil novecientos años que van desde la destrucción del templo de Jerusalén hasta la creación del estado de Israel. Y hay que recalcar que este resurgir de la cultura judía vino de la mano de un hombre excepcional, el giennense Hasday Ibn Saprut, que es probablemente el personaje más importante del judaísmo español de todos los tiempos.
Según dicen las fuentes, Hasday era natural de Jaén, ciudad que había venido a ser capital de la provincia y residenciade sugobernador por estar equidistante de las tres ciudades episcopales de Mentesa (La Guardia), Tucci (Martos) y Biatia (Baeza), en las que los primeros musulmanes, que eran una minoría, no se sentían seguros por estar pobladas mayoritariamente de cristianos.Esta circunstancia nos lleva a pensar que la familia de nuestro biografiado debía de descender de aquellos judíos que, oprimidos por la legislación visigoda, no dudaron en ponerse de parte de los invasores musulmanes y colaborar con ellos en la administración de los territorios conquistados, lo que les proporcionó un estatus social y económico relevante.
Así pues, Hasday vino al mundo en el seno de una ilustre familia judía, que se decía descendiente del profeta Moisés, cuyo epónimo era su abuelo Ezra (Esdras), conocido como Ibn Saprut. Esta familia gozaba de prestigio social y de una opulenta posición económica, dedicados quizá a labores administrativas o a la recaudación de impuestos, lo que hizo posible que su padre Isaac (Ishaq) recibiera una buena formación en las disciplinas rabínicas y pudiera ostentar el título de Rabí que locapacitaba para regentar la comunidad de su ciudad. Sin embargo, la referencia que tenemos a la fundación de una sinagoga se refiere muy probablemente a Córdoba y no a Jaén, y tampoco hay evidencia de que construyera un baño, como también se ha dicho.
Suponemos que nuestro personaje nació hacia el año 910, y que, como era usual, comenzaría sus estudios a la edad de cinco años, destacando por su inteligencia. Peropoco tiempo después su padre decidió trasladarse con toda la familia a Córdoba, donde podía medrar a la sombra del poder y hacer que su hijo estudiara con los mejores maestros de su tiempo. Este traslado tuvo lugar hacia el año 920, cuando nuestro joven judío contaba diez o doce años.
Deseoso de ganar notoriedad en la capital del califato, Isaac IbnSaprut no escatimó gastos en favor de la comunidad judía cordobesa, de manera que construyó a su costa una escuela y una sinagoga, tal vez la llamada Sinagoga del Midrás. Por su parte Hasday continuaría sus estudios en la Academia rabínica de Lucena hasta obtener el título de Rabí, aunque su interés estaba más en la medicina, que estudiaría con alguno de los médicos queejercían en Córdoba en aquel tiempo, entre los que destacaba el cristiano Yahya Ibn Ishaq, bisabuelo de Almanzor, que fue médico de cámara y ministro de Abderramán III.
Es importante reseñar el prodigioso conocimiento de lenguas de este ilustre jaenés. Su lengua materna, como la de toda la población de origen hispano, era el romance, aunque hablaba también el árabe vulgar, la lengua de los dominadores, y las propias de su religión: el hebreoy el arameo. Finalmente, como hombre de ciencia, conocería las lenguas decultura: el latín, el árabe literario e incluso el griego. En total siete lenguas.
Siguiendo la estela familiar, Hasday orientó su actividad profesional al servicio de la administración, primero como agente (amín) de la Hacienda pública, y luego como secretario (kátib) de la Cancillería califal, donde intervino en importantes asuntos de estado, como las negociaciones con Suñer, conde de Barcelona, el acuerdo de paz con Ramiro II de León, la recepción de la embajada del emperador Otón I de Alemania, la cura de adelgazamiento a que sometió al rey Sancho I el Craso de León, sobrino segundo de Abderramán III, para que pudiera recuperar el trono, y sobre todo la traducción al árabe, junto con el monje Nicolás y otros médicos cordobeses, del libro de la
Materia Médica de Dioscórides que había sido traído como presente al califa por una embajada bizantina en el año 949. El estudio de esta obra le permitió, además recuperar la antigua fórmula de la Triaca, muy apreciada entonces como contraveneno, lo que le dio mucha fama.
Pero sin duda la labor más importante de Hasday Ibn Saprut fue su actividad en pro de la comunidad judía a la que dio un impulso decisivo que la llevaría a alcanzar en España la época dorada del judaísmo medieval. Él relanzó el proyecto educativo de su padre, creando una Academia para el estudio de la lengua hebrea, al frente de la cual puso al lexicógrafo Menahem ben Saruq, y fomentó el uso del hebreo en los escritos no religiosos, principalmente en la poesía. Acogió a muchos sabios que vinieron a ponerse a su disposición, tanto de Europa, como del norte de África y Oriente. Mantuvo correspondencia con las academias rabínicas de Mesopotamia, y con sabios de El Cairo, Cairuán o Fez. Intervino ante el emperador de Bizancio en favor de los judíos del Imperio y estableció contacto con el rey de los Jázaros, que eran un pueblo turco del Cáucaso convertido al judaísmo. Y en definitiva puso las bases para el renacimiento cultural que vino después. Por todo esto se le otorgó el título de Nasí (príncipe) de los judíos, que no se había dado a nadie en más de quinientos años. Sin embargo, hay que decir que en el brillo de estas actuaciones no faltaron algunas sombras.
No tenemos noticia cierta de su muerte, que debió de producirse entre los años 970 y 980, ya en tiempos del califa Alhakam II, pero sí sabemos que tuvo varios hijos, los cuales durante la guerra civil huyeron de Córdoba y se instalaron primero en Granada, y luego en Zaragoza y Toledo. Entre sus descendientes destaca su nieto Abulfadl Hasday Ibn Yusuf, que fue un excelente literato en lengua árabe.