La vacunación contra el coronavirus se ha extendido a menores de 60 años y los profesionales aseguran que se ha notado la "agilidad" que están logrando en el proceso porque se trata de personas que en su gran mayoría no necesitan acompañantes y además oyen bien.
"Esto va más rápido", afirma a Efe uno de los profesionales sanitarios al ser preguntado por la diferencia en la vacunación en el Estadio de la Cartuja de Sevilla respecto a cuando empezaron el 22 de abril solo con mayores de 70 años y lo que ocurre tres semanas después, cuando atienden a personas de hasta 56 años.
La agilidad del proceso es perceptible desde que, nada más entrar al estadio, el personal de la Cruz Roja ayuda a emitir el documento con un código que luego se leerá para recibir la vacuna.
Este jueves han coincidido en el estadio, además del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, para una reunión del dispositivo policial de la Eurocopa’2, los más "jóvenes" vacunados hasta ahora con la primera dosis de Pfizer y los primeros "abuelos" para recibir la segunda dosis, lo que ha hecho que entren en funcionamiento quince de los dieciséis boxes disponibles.
Muchas de las personas muy mayores necesitan acompañantes, lo que satura las instalaciones, y algunos no oyen bien y cuesta que respondan al breve cuestionario de los profesionales previo al pinchazo.
Ahora, los guardias de seguridad impiden que entren acompañantes a no ser que se trate de personas que necesiten ayuda para moverse por las entrañas del estadio, que están adaptadas a sillas de ruedas y no tienen ni un escalón en todo el circuito de vacunación.
"¿Es alérgico a algún medicamento? ¿Toma algún anticoagulante? ¿Ha tenido covid?", esas sencillas preguntas que casi todos los vacunados menores de 60 años responden en breves segundos se vuelve un problema con los que tienen deficiencias auditivas, explican en uno de los puntos de vacunación de la Cartuja.
A un metro está el otro profesional con varias jeringuillas listas para inocular la dosis, un trámite rápido y casi imperceptible.
"Le pongo un poco de algodón por si sale una gota de sangre", añade el profesional, que confirma la agilidad que está tomando el proceso en la Cartuja, donde han pasado en tres semanas de llamar a 2.800 personas diarias a 5.000 este jueves, ha apuntado el coordinador del dispositivo, Jaime Lobato.
Luego piden a los vacunados que vayan a una sala de espera para comprobar si hay algún efecto adverso a la vacuna, donde casi todos esperan viendo el móvil y otros mirando las instalaciones del recinto deportivo.
A la salida están los acompañantes de las personas vacunadas, muchos tomando un café y tostadas en un bar que ha necesitado refuerzo de personal ante las miles de personas que pasan por el local.