El video de la discordia

Publicado: 13/07/2021
Autor

Manuel Ruiz

Manuel Ruiz es biólogo y ocupa el cargo de presidente de la Asociación Ecologista GEA de Jaén

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Cuaderno sobre la importancia de ser responsables medioambientalmente y otras cuestiones culturales y patrimoniales de Jaén

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La reacción generalizada que ha habido al vídeo en el que se aconseja la disminución del consumo de carne es un claro indicio de que es muy probable que...
La reacción generalizada que ha habido al vídeo en el que se aconseja la disminución del consumo de carne es un claro indicio de que es muy probable que no lleguemos a tiempo de acometer las transformaciones necesarias en nuestro estilo de vida para dar un giro a la crisis social, económica y ambiental que se avecina por el cambio climático. Demuestra lo mucho que queda por hacer para mitigar los efectos de cambio climático y la poca intención que hay de hacerlo.

Que el abuso en el consumo de carne conlleva perjuicios y riesgos para la salud es algo conocido entre los médicos, que la OMS estableció unas pautas de consumo recomendado de carne es algo que saben todos los profesionales dedicados a la dietética, que la producción de las proteínas de origen animal es mucho más costosa en términos de nutrientes, energía y agua que las de origen vegetal es algo que conoce todo egresado de las Escuelas de agrónomos, que la ganadería es una fuente de gases de efecto invernadero se viene advirtiendo por los científicos que estudian el cambio climático desde hace décadas, que las condiciones de cría en muchas macro-granjas van en contra de los estándares profesionales y éticos de bienestar animal es algo que se ha denunciado en numerosas ocasiones.

Que un vídeo cuyo contenido no se sale de los argumentos científicos haya provocado tanto descrédito social da lugar a varias reflexiones.

En primer lugar es necesaria una acción pedagógica permanente, basada en criterios científicos, para conseguir implantar con cierta rapidez los cambios en los hábitos de consumo y modos de vida que la situación de cambio climático requiere. Esta acción pedagógica debería ser permanente y articulada en un programa amplio que llegue a toda la sociedad. No se trata de un adoctrinamiento, sino de la educación necesaria para promover la salud ambiental, de igual manera que ya tenemos asumida la formación dedicada a la salud pública.

En segundo lugar, de forma paralela a la pedagogía que facilite modificar los aspectos necesarios de nuestra vida cotidiana, la sociedad debe ayudar a la reconversión de los sectores productivos y comerciales que se vean afectados. La transición ecológica debe ser real, pero contando en primer lugar con los sectores involucrados.

Por último, con la pedagogía necesaria y con el apoyo a los sectores económicos afectados, es necesario promover un amplio compromiso social para conseguir modificar nuestro modo de vida en apenas el plazo de una generación, el tiempo límite aproximado que nos proporciona la ciencia para revertir el horizonte más funesto del cambio climático. Un compromiso social al margen de las pataletas políticas.

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