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Mar embravecido y fe inquebrantable. el viaje de la Virgen del Carmen de Barbate a Cádiz

El día 3 de mayo, a las tres de la tarde y en medio de una lluvia torrencial, sale de Barbate para Cádiz el primer autobús de Comes cargado de peregrinos...

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  • Viaje a Cádiz.

Entre las efemérides más importantes que se recuerdan en torno a la Virgen del Carmen, la primera sin duda tuvo lugar a los nueve años de la creación de su Hermandad.

Tan mal pintaba el estado de la mar, que a la altura de Conil, el patrón del Dolores Castro ordena que se le quiten a la Virgen las joyas, el escapulario, la corona y el niño, además de cubrirla con un capote de agua y amarrarla lo más firmemente posible

El día 4 de mayo de 1947, la Virgen del Rosario de Cádiz, advocación popularmente muy arraigada entre la marinería gaditana y patrona de la ciudad, es objeto de solemne coronación. El obispo de Cádiz y Ceuta, Tomás Gutiérrez Díez, convoca a todas las patronas de los distintos pueblos a una procesión magna por motivo de tal evento.

El anterior 16 de abril la junta de la Hermandad había decidido, “por coincidir la citada coronación en tiempo de lunario”, que acudiese la Virgen del Carmen, embarcada en el falucho Dolores Castro, propiedad de Juan Bernal.

El día 3 de mayo, a las tres de la tarde y en medio de una lluvia torrencial, sale de Barbate para Cádiz el primer autobús de la empresa Comes cargado de peregrinos. Mientras tanto, se procede a trasladar la Virgen al puerto, hecho que se verifica en un camión, dado que la lluvia no cesaba. La salida para Cádiz se había previsto a las dos de la madrugada del siguiente día, pero la amenaza de que el temporal arreciara obliga a adelantarla. A pesar de que el comandante de Marina, José Gómez de la Torre, que encabeza la comitiva, ha prohibido que se embarquen mujeres y niños, los sesenta faluchos que han acudido a la llamada van abarrotados de gente; la mayor parte no se ha montado en su vida en un bote, pero quiere acompañar a la Virgen. A las once de la noche, con la imagen en la popa, inicia su salida el Dolores Castro, siguiéndole el resto de la flota.

A la vuelta del cabo Trafalgar, el temporal se intensifica. Los barcos navegan cabeceando peligrosamente, mientras que, bajo cubierta, muchos peregrinos sufren vértigos y vómitos. Tan mal pintaba el estado de la mar, que a la altura de Conil, el patrón del Dolores Castro ordena que se le quiten a la Virgen las joyas, el escapulario, la corona y el Niño, además de cubrirla con un capote de agua y amarrarla lo más firmemente posible.

Como el temporal no amainaba, el comandante de Marina ordena entrar en Sancti Petri, mientras el resto de la flota decide seguir hasta Cádiz para esperar a la Virgen en su puerto. Mientras tanto, de Barbate salen para Cádiz quince camiones cargados de peregrinos. Portan distintas pancartas para exhibirlas en la procesión prevista por la mañana. En una de ellas puede leerse “Con la Virgen del Carmen hasta el morir”.

A las siete de la mañana del día 4, amanece en Cádiz un día espléndido. La gente de Cádiz acude a recibir a los 3.000 peregrinos barbateños que llegan por tierra y que entran en la ciudad en medio de “vítores, cánticos y un concierto de bocinas”. En total, 6.000 personas, entre las que se incluye el señor obispo, se preparan para acoger en el puerto a la Virgen, que entra en el Dolores Castro a las siete treinta, seguida por los sesenta faluchos de Barbate. Sirenas, cohetes, la banda de música de Barbate, una marea humana... Los muelles de Cádiz, según registra la crónica  del padre López, son un verdadero espectáculo.

Colocada la Virgen en el paso, se encamina, a la par que el resto de patronas, a la plaza de la Catedral. Después de la pontifical, se dirige en procesión hacia la plaza de San Antonio, lugar de la coronación de la Virgen del Rosario. Los pormenores del acto son radiados a toda España. Las calles de Cádiz, especialmente la calle Ancha, registran un hervidero de personas a las que acompaña un día espléndido.

Al día siguiente, a las siete de la mañana, la Virgen del Carmen vuelve a embarcarse en el Dolores Castro para regresar a Barbate. Toda la flota arribaría a puerto a las doce treinta horas, dándose cita numerosos barbateños para acompañarla hasta el templo.

Viaje a Cádiz.

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