Uno de cada tres jóvenes de entre 18 y 24 años reconoce que “en ocasiones” conduce tras haber consumido bebidas alcohólicas, y un 84% afirma haber superado “alguna vez” la velocidad máxima permitida, mientras que un 26% lo hace “a menudo” o “siempre”.

Así lo refleja un estudio del Instituto de Seguridad Vial de la Fundación Mapfre sobre las actitudes de este colectivo al volante que destaca además que más del 80% de las chicas entrevistadas asegura que “nunca” conduce si ha bebido.

Según este informe, un 65% de ellos reconoce cometer imprudencias, como no respetar la distancia de seguridad entre vehículos, así como conducir hablando por el móvil, fumar y usar el navegador.

Por el contrario, el estudio apunta cualidades como que el 59% afirma que “nunca” se salta un semáforo en rojo o que el 90% “nunca” conduce bajo los efectos de las drogas.

Además, un 43% de estos conductores se considera superior en calidad de conducción a los demás y un 41% “igual”, por lo que “no son conscientes de que deben mejorar aspectos de su conducción, sino que tienden a pensar que los que deben cambiar son los demás”.

Ello induce a una autoconfianza que se traduce en que un 61% de los jóvenes consultados cree “muy poco probable” la posibilidad de sufrir un accidente, aunque un 22% afirma haber sufrido un siniestro como conductor.

Además, el 37% de los encuestados considera que cometer imprudencias es inevitable, lo que implica que no se sienten responsables de sus negligencias y sus consecuencias.

En este sentido, un 46% señala que el factor que más les ayudaría a evitar situaciones de peligro sería que los demás conductores fueran más responsables, frente a sólo seis de cada cien que reconoce que la mejor manera de prevenir sería con más responsable propia.

El 20% de los encuestados dice que para impedir situaciones de riesgo sería necesario una mejor señalización, mientras que el 15% reclama adecuar las vías.

El referente de conducción del padre entre los jóvenes es muy poderoso, ya que se admite en el 48 por ciento de los casos, frente al 21,5% que aporta el profesor de la autoescuela y el 9,5% de la madre.

Los jóvenes con edades comprendidas entre 18 y 24 años, son víctimas de un 20% de los accidentes de tráfico, a pesar de que sólo constituye la décima parte del censo de conductores.