En septiembre pasado, J. comenzó a buscar un piso de alquiler en Cádiz porque, después de 34 años ocupando un inmueble en el casco histórico de la capital gaditana, en San Miguel, con su madre, mayor y con movilidad reducida, se vio obligado a abandonarlo dado que el edificio se destinará a pisos con fines turísticos.
Desesperado, encontró en varios portales inmobiliarios uno en San Félix a un precio razonable, solo 450 euros. Tras algunas llamadas infructuosas, logró ponerse en contacto finalmente con el propietario, que se identificó como vecino de Algeciras, agente aduanero, y llegó a un acuerdo. Le remitió un contrato, tras solicitarle los datos personales, y le solicitó una fianza de 275 euros. Pero, una vez cumplimentado el documento y realizadas las transferencias, J. nunca más fue atendido al otro lado del teléfono.
Éste preguntó a los vecinos de San Félix sobre la existencia de dicha vivienda, pero las respuestas que obtuvo confirmaron sus peores temores: había sido estafado. De hecho, comprobó en el Registro de la Propiedad si el inmueble estaba a nombre de la persona con la que trabó relación... y no lo estaba.
J. puso los hechos en conocimiento de la Policía Nacional, pero tampoco ha encontrado amparo. Silvia relata una experiencia similar recientemente. Interesada en alquilar en la capital, se topó en su búsqueda de ofertas con la misma vivienda inexistente en San Félix 13-15.
Entonces ignoraba la historia de J. y también accedió a ingresar en la cuenta de quien decía disponer de esa casa una fianza porque, le insistía, había más personas interesadas en lo que parecía una auténtica ganga en una ciudad donde los precios se han disparado hasta el punto de que son prohibitivos. S. perdió 150 euros. Y a raíz del mal trago que pasó, comenzó a investigar con la sorpresa de que, tanto en redes sociales como en medios de comunicación del Campo de Gibraltar, supo que el sujeto que le ha quitado el sueño ha hecho de las suyas, de acuerdo a los testimonios de otros afectados, en La Línea o Tarifa en el último año con total impunidad hasta el momento.
Las presuntas víctimas, como J. y hace unas semanas la propia S, decidieron denunciar ante la Policía Nacional, pero permanecen a la espera todavía de la investigación de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
Entretanto, coinciden en que es preciso tomar precauciones en general con las ofertas que se encuentran en internet, pero muy especialmente con el piso fantasma y quien atiende a las solicitudes para que las decenas de afectados no siga creciendo.
