Moravia, que ocupa la mitad oriental de la República Checa, es una tierra de maíz, cereal y cultivos frutales, que se distinguen en la lejanía por su orden primoroso y dan a sus colinas, además de armonía, el dulce aroma de la pera madura, el albaricoque, la uva y la mora.
La vasta llanura que supone el paisaje esencial de esta fértil región queda sólo alterada, en su parte meridional, por esa estribación de los Cárpatos, cadena montañosa de Europa Sudoriental que tiene también ramales al oeste de Eslovaquia y Rumanía.
Las poblaciones de los Cárpatos Blancos se agrupan en una comarca conocida como Horniacko, que tiene su propio dialecto, y que esconde una flora y fauna muy apreciada.
Destaca aquí Certorije, una reserva natural donde crecen variedades autóctonas de orquídeas, escarabajos algavaros, viejos robledales y aves de rapiña como los busardos o gavilanes.
La principal ciudad de la comarca es Straznice, que todavía en los albores de la Edad Moderna se codeaba con Praga en cuanto a importancia y que hoy día es aún un centro turístico de importancia.