1.300 Kilómetros de solidaridad

Publicado: 03/06/2025
41 días andando por el Camino de Santiago y las vías de la Plata y Augusta, para llegar al Faro de Trafalgar
Un 18 de abril, Víctor Elizalde dejó Castellón con un objetivo en mente: llegar caminando hasta el Faro de Trafalgar. Cuarenta y un días después, y con cientos de kilómetros a sus espaldas, habrá pisado ya suelo barbateño. Lo conocí justo cuando acababa de entrar en Chiclana, con la mochila al hombro y una mezcla de cansancio y satisfacción en la mirada. En esta ocasión, ha recorrido a pie el camino que une dos extremos simbólicos: desde el ‘‘Fin del Mundo”, como se conoce al Faro de Finisterre, hasta el lugar donde el sol viene a morir, el Faro de Trafalgar. A estas alturas, probablemente esté ya disfrutando de un merecido descanso entre el sol, la arena y algún chiringuito con vistas al Atlántico.

Pero esta no es solo la historia de una caminata de largo aliento. Es la historia de un reto solidario y de un gran esfuerzo personal, que ha ido dejando huella por donde ha pisado.

‘‘Todo empezó por un enfado”, cuenta Víctor. ‘‘Me gusta mucho correr por montaña y, un día, me quedé sin dorsal en una carrera. Me enfadé y dije: ‘‘pues hago algo más largo’… Y de ahí, la bola fue creciendo”.

El año pasado ya se lanzó a una primera gran ruta, desde Castellón hasta Finisterre. Y este año, como os contaba más arriba, decidió continuar desde ese punto simbólico hasta el Faro de Trafalgar. El recorrido lo ha llevado por el Camino de Santiago, la Vía de la Plata y la Vía Augusta

El reto tiene un objetico claro: recaudar fondos para dos proyectos solidarios. Por un lado, Antian, que investiga a enfermedad rara de la mutación del Gen ADSLPor otro, Eso sí, a su ritmo. Afric Soul, una ONG española que trabaja para construir una escuela en Diani, Kenia. ‘‘Las donaciones se hacen a través de la cuenta de Instagram @elizalde.por.el.camino. Todo el dinero que se dona se reparte al 50% entre las dos asociaciones”. El año pasado lograron reunir 5.600 euros que fueron destinados a la Fundación Antonio Cabré y a la Asoc. contra la leucemia en Castellón, y este año ya superan los 2.500 €.

El reto no ha sido fácil. ‘‘Salir de Galicia fue durísimo. Mucha montaña, agua, barro, granizo… un infierno”. Durante el camino ha dormido principalmente en albergues, aunque también ha recurrido a hostales y campings. La media diaria: ‘‘hay días de 30 km y otros de 42 km, depende de dónde se pueda parar”.

Elizalde ha hecho la mayor parte del trayecto solo, aunque en algunos tramos ha contado con la compañía de su pareja y, el año pasado, también de sus hijas: ‘‘yo voy a mi ritmo. Si alguien quiere venir, bienvenido sea, pero que sepa que paro cuando quiero y sigo cuando quiero. No me molesta nadie, pero me molesta todo el mundo”, dice entre risas. ‘‘Tengo alguna tara, lo reconozco, porque para hacer esto tienes que tener alguna tara. Pero para mí es una tara buena”.

Más allá del esfuerzo físico, Elizalde se lleva historias y encuentros. Como la pareja de Cabezas de San Juan que le consiguió alojamiento en plena Feria del Caballo: ‘‘pero no solo eso. Sus hijas rompieron la hucha para donar lo que tenían. Eso no lo olvidaré nunca”.

¿Y ahora? Con los pies ya en el Faro de Trafalgar, el viaje toca a su fin. Pero la ilusión sigue: ‘‘esto lo puede hacer cualquiera que se entrene. No es fácil, pero es posible. Lo importante es tener claro por qué lo haces”.

El año que viene, probablemente, Víctor vuelva a calzarse las botas. Y quien quiera acompañarlo, puede hacerlo.

Eso sí, a su ritmo.

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