Con claridad y respeto

Publicado: 03/07/2025
Autor

Juan Antonio Palacios

Juan Antonio Palacios es observador de la conducta humana, analista de la realidad y creador de personajes literarios

Curioso Empedernido

Curioso empedernido. Curioso de las tres pes, por psicología, la política y el periodismo, y alérgico a las fronteras y murallas

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El padre del Psicoanálisis Sigmund Freud encontró en los lapsus linguae una de las primeras pruebas del inconsciente
Atravesamos una época de mucha ruido, polarización y enfrentamientos. Los ciudadanos y ciudadanas hemos de exigirle a nuestros políticos que se expresen con claridad y respeto, que abandonen ese lenguaje esotérico para iniciados y no recurran al insulto como forma de comunicar sus diferencias.

Que no se olviden que son nuestros empleados, y deben informarnos de todo aquello que tenemos derecho a saber, o cuando no tienen nada que comunicarnos por ser vacíos e insustanciales, háganselo ver y tras una reflexión dedíquense a otra cosa y mientras estén callados que incluso parecerán menos torpes.

El padre del Psicoanálisis Sigmund Freud encontró en los lapsus linguae, en los actos fallidos en el discurso, se trate de errores verbales o escritos, una de las primeras pruebas del inconsciente. A través de ellos se dice por “distracción”, lo que profundamente se quiere expresar.

A lo largo y ancho de las últimas décadas hemos asistido al empleo de formas que no son precisamente ejemplares ni pedagógicas, sino groseras e irrespetuosas con los criterios, convicciones y las palabras de quienes piensan de forma distinta y expresan su discrepancia.

La fuerza de la palabra que es crucial en la comunicación humana , es como decía Michel Montaigne “Mitad de quien la pronuncia y mitad de quien la escucha”e intenta expresar lo que pensamos y sentimos, que nos habla de nuestro pasado, nos cuenta nuestro presente y sueña con lo que quisiéramos que ocurriera en el futuro.

Algunos de nuestros mandamases las utilizan para intentar engañarnos o maquillar sus transformaciones de revolucionarios contestatarios en dóciles plebeyos reformistas, de barbaros enemigos en aterciopelados aliados de sus verdugos , de príncipes de la rebeldía y la esperanza en líderes del temor y el miedo, de luchadores por un mundo mejor a magos en el arte de lo posible, de soberanos de la honradez a esclavos del dinero , de comunicadores de un lenguaje claro, directo, sencillo y transparente a retorcidos maniobreros de la palabra y la confusión.

Estos sujetos, tienen como doctrina la mentira, como método la especulación y como Dios el mercado. Construyen una gran representación , antes,  durante y después , incluso cuando alguna vez dicen excepcionalmente la verdad, porque ni ellos mismos se lo creen. Están instalados en el circo de los embustes y lo que debería ser un compromiso es solo el mayor de los fraudes y su amoralidad les sirve para defender una cosa y al segundo siguiente todo lo contrario, construyendo su máximo afán , servir a s u bolsillo y engordar su cartera.

Frecuentemente la realidad supera a la ficción y nos brinda personajes que son intérpretes de la hipérbole , que serían la envidia de cualquier director teatral o cinematográfico, gente dúctil, capaz de interpretar todos los papees imaginables y cuyas actuaciones hemos de descifrar entre los acertijos, jeroglíficos o adivinanzas , individuos fieles a la vez a su señor y al enemigo, artistas de la metamorfosis , mercenarios del cambio beneficioso , sacerdotes de la falsedad y el fingimiento , chacales al servicio del poder , dispuestos a convertir lo negro en blanco y la simulación en certeza , que más da si al final al final el patrón paga bien.

Con individuos de esta calaña, con sujetos de esta ralea, la ciudadanía se aleja de la política, desprestigiando una de las actividades más nobles y generosas a las que se puede dedicar el ser humano, situándola no al servicio del bienestar público y colectivo, sino de intereses individulaes y mezquinos.

Es necesario recuperar la credibilidad en la política y en los políticos , es preciso que quienes aspiran a representarnos democráticamente hagan del espacio social, el lugar y objetivo de su trabajo. Todo nos afecta, no podemos renunciar a  nuestro protagonismo en la toma de decisiones que pretenden cambiar nuestras vidas, de la misma manera que nuestros gobernantes deben saber que no puede modificarse la realidad de espaldas a la misma.

Todos hemos de evitar que nos den gato por liebre, con nuestra irrenunciable participación en todo lo que nos concierne, debemos hacer oír nuestras voces en el espacio público y no olvidarnos de lo que dice Robert Kiyosaki “Si deseas ser un líder, necesitas ser el amo de las palabras”.
 

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