Si 'Solas', la película que puso al sevillano Benito Zambrano en el mapamundi cinematográfico, fue un homenaje a las mujeres rurales y trabajadoras, su nueva película, 'Pan de limón con semillas y amapola' es un alegato feminista así como un "homenaje y reconocimiento" a las mujeres urbanas, trabajadoras y profesionales.
La película, que adapta una novela de Cristina Casas, se presenta hoy en el Festival de Cine de Sevilla tras un intenso rodaje con escenarios en Palma de Mallorca, entre otros lugares, incluso “con la suerte de haber podido rodar el Valldemossa”, ha apuntado a Efe el director.
En ese pueblo balear, donde se desarrolla la acción, el equipo de rodaje trabajó para sacar adelante un película sobre "mujeres que con libertad y valentía deciden reivindicarse tomando las riendas de su vida y de su futuro”, ha resaltado Zambrano.
Es cierto que “el cine se construye con grandes mentiras para poder contar grandes verdades”, como explica el director lebrijano, con lo que se podría haber rodado en un escenario simulado, pero la película se puedo culminar en el pequeño pueblo del interior de Mallorca.
La obra narra la historia de Anna (Eva Martín) y Marina (Elia Galera), dos hermanas que fueron separadas en su adolescencia y se encuentran de nuevo para vender una panadería que han heredado de una misteriosa mujer a la que creen no conocer.
Incluso, como ha explicado el director, se localizó hasta la misma panadería que sale en la novela, de modo que todo el proceso de rodaje no pudo ser más realista en todos los sentidos.
Tal fue el empeño del equipo de rodar en los escenarios más reales posibles que una de las escenas más importantes, localizada en una playa, se rodó en una cala de difícil acceso, donde las actrices tuvieron el tiempo justo para hacer su trabajo mientras se daban las condiciones idóneas para rodar con buena luz.
Donde no se pudo rodar fue en África, donde se localiza el trabajo de una de las protagonistas en un Hospital de Médicos Sin Fronteras, recreado en el antiguo Colegio de Los Salesianos de Las Palmas de Gran Canaria.
En la película, las mujeres, desde la hija de una de las protagonistas a la dueña de un hotel, llevan el peso de la historia de sus vidas, aunque “eso está en la novela, no es mérito mío, sino de la escritora”, dice su director, que argumenta que “lo que he intentado es llevar al cine la novela, y ahí hay un alegato a las mujeres, a la sororidad, a mujeres que se liberan y toman decisiones sin tener premiso ni complacencia del hombre”.
Todo ello con un trabajo importante para que la película respete el espíritu del libro, que Zambrano asegura que le gustó mucho. "Me emocionó, es un libro que me conecta, me vincula, me hace sentir”, de modo que cuando pensó en llevarla al cine “era el momento de empezar a trabajar” para lograr un buen producto final, con el matiz de “meter en una película de dos horas con un montón de trama”.
Zambrano subraya que para ello el equipo de casting ha tenido una importancia "extrema", con personajes como el de Catalina, la panadera que “hace que la gente ría con ella, pero también hay silencios en el público cuando le pasan algunas cosas”.
En respuesta al mensaje de la película, al estreno en Sevilla se ha invitado a un grupo representativo de ochenta mujeres, “que podrían haber sido muchísimas más”, de todos los ámbitos de la cultura y los medios de comunicación y del activismo social y político.