Fake News

Hoy comienza la campaña electoral y lo hace marcada por los bulos o las llamadas fake news con el fin de manipular la opinión pública o simplemente descalificar al contrario. Ya lo denunciaba esta semana el mismísimo presidente y candidato del PP a la Moncloa, Pablo Casado, escandalizado por unas declaraciones que aseguraba no haber realizado en una emisora de radio. (Los audios demostrarían a posteriori que sí las había pronunciado, pero en estos casos resulta más fácil culpar al mensajero antes que admitir que sus palabras se habían convertido en un torpedo en la misma línea de flotación de su partido. Un globo sonda que finalmente terminó por estallarle en la cara a un día del inicio de la campaña electoral, pero él mismo decidió darle la vuelta a la polémica para convertirse en una pobre víctima de las fake news). El líder popular tiene razón cuando se refiere a ese “boom” de bulos que pululan en el escenario pre-electoral, pero lejos de poner el foco en casa ajena tendría que mirar más en la propia. Claro que existe una campaña de intoxicación sin límites; el objetivo, el de siempre: condicionar el voto de los indecisos, ese 41% que según el CIS anda deshojando la margarita. En estas elecciones algunos se juegan mucho, incluso su propia continuidad en primera línea política, y por ello utilizan todas las herramientas a su alcance. Yo diría más aún, algunos candidatos y sus gabinetes de prensa están entregados en cuerpo y alma a la causa de las fake news lanzando furibundos mensajes o bien saltándose las mínimas reglas de respeto al adversario político. Y a este bucle de invenciones, embustes y desmentidos se suman disciplinados pupilos que tiran de argumentario para hacer méritos. No hace falta poner el foco más allá de Despeñaperros para constatar cómo estas campañas de intoxicación también han ido tomando espacio en la política local y provincial. Algunos/as lo hacen con conocimientos de causa, otros/as en cambio adoptan el papel de “loro”. Desde los militantes de base, pasando por el concejal de un pueblecito perdido en la sierra hasta el candidato de turno repiten lo que alguien, desde los cuarteles generales en Madrid, redactó a principios de semana. Da igual que ya se haya desvelado su falsedad o que hasta en el propio partido haya parecido un disparate y por supuesto, da igual la falta de experiencia y recorrido político del candidato y su desconocimiento sobre lo acontecido en este país en las últimas décadas. No es extraño por ello que el candidato del PP, el de los estudios express, anuncie una subida del salario mínimo hasta los 850 euros, cuando hace unos meses el Parlamento lo situó en 900. Ya saben,  las fake news, que las carga el diablo.