Todas las mañanas daba un gratificante paseo por donde hace años corría para mantenerse en forma, pero ahora a sus 78 años acompasando sus pasos con su compañera, disfrutaba de la satisfacción y el encanto de aquel paisaje que le mostraba el mar en toda su belleza, su penetrante olor y donde la realidad superaba a cualquier imagen cinematográfica.
Carreras y paseos habían sido sus vidas, descubriendo en derredor el movimiento y la quietud, comprobando la diferencia entre la realidad y lo imaginado , entre lo que se tiene y lo que se desea , el abismo existente entre el pensamiento y la acción, la teoría y la práctica, la promesa y el cumplimiento.
Sin ir más lejos , cuanta distancia, la existente entre los apasionados y comprometidos discursos de algunos políticos y políticas durante las campañas electorales y su mala memoria en los mares del olvido cuando logran alcanzar el gobierno y solo persisten en una vía, el mantenerlo a toda costa.
En ese paso a paso en uno de los sitios desde donde se podía disfrutar del mar hablaban de todo esto y de muchas cosas más, del ruido enorme que existía en el mundo, en el que todo parecía haber dado un vuelco, y la locura sin remedio parecía haber colocado sus tentáculos en cada rincón del nuestro planeta.
Un mundo en el que le dábamos importancia a aquello que no la tenía y no apreciábamos lo bello que era vivir, desde el disfrute de cada momento como si fuera el primero o el último de nuestra existencia. Ellos a sus edades no querían ser seres de escaparates sino protagonistas activos empeñados en ser felices y hacerlo a los demás.
Entre violencias y descontroles, hacían proyectos juntos, fabricaban sueños de amor, incluso se planteaban superar los retos que se marcaban, buscando la paz entre tanto ruido. A estas alturas no se trataba de cuadrar el circulo, pero tampoco de no regalarse todos los momentos gratificantes que se le plantearan en su camino.
Gozaban y disfrutaban de aquellos paseos mañaneros, de sus palabras y del diálogo que fluía entre ambos, para trasladarse lo mejor de lo que sentían estando juntos.Cada día viajaban en el tiempo sobre lo leído, lo sentido y lo vivido.
No salían de su asombro como se sentían plenamente vivos, sus neuronas y sus emociones no desconectaban de la realidad ni tampoco de la fantasía y continuaban sintonizando sus sentidos para poder percibir todo y a todos más y mejor.
Se habían introducido lentamente en el manejo de las nuevas tecnologías, pero sin convertirse en un código de barras, sino continuando en la condición de lo humano, y sabiendo administrar las pausas necesarias para tomarse los descansos en los momentos oportunos y poder continuar con ganas renovadas.
Observaban con asombro como individual y colectivamente, una nueva epidemia dominaba el mundo y con más carreras que paseos, con más prisas que pasos la histeria digital se había extendido por todo el mundo, con sus brechas y peligros y anunciaban ya los problemas futuros de la inteligencia artificial , que les hacía temer por la desaparición del poder andar diariamente y ser sustituidos por unos seres que podían ser aparentemente como nosotros pero habría que decirles lo que expresó Bertolt Brecht” General , el hombre es muy útil. Puede volar y puede matar. Pero tiene un defecto: puede pensar”
Mientras volvían a casa, pensaban en el paseo del día siguiente, sin que nadie les dijera que tenían que hacer ni la necesidad de correr .