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Curioso Empedernido

Emelina Alérgica

Carecía del tacto y la delicadeza suficientes para volar a través de turbulencias o navegar en medio de una tormenta, y en su crudeza podía hacer fracasar la más ventajosa de las negociaciones por la forma tan brusca y tormentosa de plantear y decir las cosas

Emelina, llegando la primavera lo pasaba fatal, pero es que era alérgica a casi todo, menos a los manejos y a las conspiraciones. Tal vez en nuestra amiga, se daba con facilidad el viceversa,  y es que al prójimo no le caía muy bien que digamos, porque  casi el resto del mundo no le aguantaba y lo demostraba siempre que tenía ocasión.

Era tan vulgar en sus actuaciones y comportamientos, que daba sin grandes esfuerzos la imagen de una bandida, y tenía una extraña habilidad para ser protagonista de la horterada  en todo tipo de espectáculos de calentones y escándalos, sin tener casi nunca la clara visión de que era lo que más lo convenía.

Sus propuestas y enfoques eran todo un ejemplo de disparate, en los que se quejaba de lo que le superaba y decía querer parar, y en el mejor de los casos intentaba hacer como si no hubiera ocurrido, sin darse cuenta que en esa actitud inhibitoria, en el pecado llevaba incluida la penitencia.
Su grado de imprudencia era tal, que casi siempre solía mencionar aquello que no debía y era experta en cometer excesos como si fueran méritos que nadie le había pedido , lo que provocaba la irritación de propios y extraños y era como echarle leña al fuego cuando este necesitaba agua para apagarlo.

Normalmente el desorden era la premisa de su forma de enfocar la realidad y en ese atropello era incapaz de escuchar con calma, sosiego y paciencia a los demás, ni de comprender que en más ocasiones de las necesarias y deseables lo que ayer era impensable, hoy puede ser  posible.

Carecía del tacto y la delicadeza suficientes  para volar a través de turbulencias o navegar en medio de una tormenta, y en su crudeza podía hacer fracasar la más ventajosa de las negociaciones por la forma tan brusca y tormentosa de plantear y decir las cosas.

Escuchando a Emelina, se le caía a cualquiera  el ánimo a los pies y se preguntaban una y otra vez, si no sería más importante el camino que la meta, por la que Alérgica estaba obsesionada con la consecución de objetivos, aunque eso le costara traicionarse a sí misma.

Ella y su amiga Liduvina se llevaban como el perro y el gato, y es que hay que reconocer que ésta siempre que tenía ocasión le cantaba las cuarenta y le decía las cuatro verdades del barquero, sin matices ni subtítulos. De tal manera que su relación demostraba día a día, que no se trata de bailarle el agua al personal sino de mantener la lealtad para decir en cada momento lo que se considera que es  honrado y riguroso.

Algunas veces hallábase extasiada en un estado entre el misticismo y la locura en una especie de borrachera en la que no sabía muy bien si quedarse profundamente dormida o destapar la caja de los truenos para emprender una nueva revolución.

Últimamente se veía desbordada por los acontecimientos y debía establecer sus prioridades  y había decidido recuperar la pasión perdida y disfrutar del momento , sin resentimientos ni remordimientos, en la seguridad de que todos cometemos errores , pero solo algunas personas son capaces de reconocerlo, porque como decía Albert Einstein “tendremos el destino que hayamos merecido “.

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