Aprenderemos de nuestro paso por este mundo si estamos atentos a todo lo que nos ocurre, si huimos de la flojera y nos aplicamos en el trabajar, y no si pasamos como si esto no fuera con nosotros, cuando nos afecta de lleno, y debemos ser humildes para anunciar lo que queremos hacer y autocriticar lo que hemos hecho, o lo que hemos dejado de llevar a cabo y porque razones.
Si no prestamos atención ni tenemos humildad, nuestros pronósticos que queremos convertir en aciertos y seguridades, incluso hay algunos que tienen la tentación de transformarlos en dogmas, serán un peligro que nos acecha permanentemente, una cultura ausente, que encierra un vacío absorbente y en el que nadie puede salvarse por muchos aspavientos que haga.
Difícilmente podremos reconstruir una realidad si antes no hemos sido protagonistas y la hemos construido, y en un proceso de enriquecimiento personal hemos vivido paso a paso, el principio y fin de las cosas, lo auténtico y lo postizo de las personas.
Con atención y humildad, solemos aprovechar las buenas oportunidades, salimos en defensa de quien lo necesita, cada vez compramos más online y puede que sea una forma que desplace en gran medida aquello de ir a ver y recorrer toda la tienda cuando la podemos traer a la pantalla de nuestros ordenadores y recorrerla en todos sus artículos y variedades en tiempo record, en la seguridad de que además de costarnos más baratos, habrá algo que nos gustará.
Cierto es que tras una subida desmedida en los días fuertes de la escalada de la pandemia en nuestro País, ha habido una bajada normal y razonable, por el deseo de mucha gente de volver a tomar contacto con la realidad, pero estamos hablando en términos generales.
Entre verdades y mentiras, aplausos y abucheos, composiciones equilibradas y pinturas desfiguradas, cambios de rumbos que nadie entienden y tampoco se explican, despertares que no rompen con las somnolencias, reproches y protestas, para hacer realidades de las cosas que jamás existieron.
Hay viajes que tienen la ruta de ida, pero carecen del camino de vuelta, retrocesos sin avances, iniciativas que tienen como objetivo combatir la pobreza y construir una sociedad más igualitaria, olvidar los caprichos y ajustar los gastos a los ingresos.
Ante una catarata de mentiras y despropósitos, casi siempre corremos ciertos riesgos emocionales .En la espiral permanente entre el volvernos y el quedarnos, hay gente que es fácil sacarle de sus casillas y desequilibrarlos, mientras que resulta de una gran dificultad hacerles reír.
En ocasiones volcamos nuestra energía para sacar lo mejor de nosotros mismos y entre textos y guiones, parálisis y colapsos, complicaciones e implicaciones, nuestra imagen forma parte de la búsqueda, debemos ser capaces de movilizar todos nuestros contactos y llamar a todas las puertas.
Podemos afrontar un reto que hace algún tiempo nos hubiera parecido imposible, y es cuando la sonrisa vuelve a nuestro rostro y estamos dispuestos a compartir ese bienestar y no preocuparnos por chorradas que no merecen la pena.
Cuando no hacemos nada, no quiere decir que necesariamente estemos quietos sin realizar ninguna actividad ni comprometernos con nadie. Debemos corresponder y ser afectuosos con quienes se portan bien con nosotros, liberarnos de lo negativo y dar pasos a cosas nuevas en nuestras vidas. A veces cuando abrimos un nuevo escenario en nuestras representaciones, nace de las cenizas, de la destrucción y del conflicto. No son cuestiones de oportunidades sino de fondos, sin farsantes ni estafadores.